26
genes fértiles del Pilcomayo y extendidos por
los bosques y selvas que median entre este
río y e.l Bermejo, eran también el azote
y
cas–
tigo de sus vecinos: muy malo enemigo, pero
era más terrible cuando se declaraba amigo,
porque sus instintos de pillaje y barbarie
no los olvidaba. Hubo un fuerte intento de
alevosía premeditada en
1862,
pero se contu–
vo y se achacó a -los noctenes y tob<ls por re–
ducir, que merodeaban por los bosques. E1
P. Prefecto ofició a le1 superio ridad
civil,
acu–
sando el caso,
y
acordaron construir el fortín
de Bella Esperanza o Puerto Magariños, obra
que empezó el P. Oiannelli en
1863
y en
1866
estaba edificado en mejor sitio en S. Antonio
de la Peña. Elegido Guardián de Tarija el
P. Oiannelli en
1870,
le sustituyó el P. Vicen–
te Marcelletti, quien · recogió mucho fruto de
paciencia, pero poco de almas. En
1879
se
abandonó S. Francisco de los Tobas
y
con ello
se frustró de momento todo conato de con–
quista posible de tobas,
tapiete~
y chorotis que
poblaban aquel
.irreductible territorio; sin
embargo hasta el prim·er decenio del presen–
te siglo nan seguido trabajando, aunque con
escaso resultado, nuestros misioneros.
Mercado de tobas y chiriguanos, donde se
traspasaban los ganado'1 y robos de los blan–
cos y misiones, era
Macharetí
en
1854,
un
punto central de congregación indígena, que
tenía asustado en todo el contorno al poco
persenal pacífico que por allí vivía. Los sol –
dados del forlín de Villarrodrigo juntamente
con los taraireños, enterados de su ilícito co–
mercio y de sus ruidosas ferias, los atacaron
improvisame .nte con tal fuerza que en muchos
afios desaparecieron aterrorizados los ma–
chareteños, huyendo a Ouacaya, Cuevo,
lvo
y
Parapetí; muy pocas familias machareteñas,
siguieron al P. Conversor a Tarairí. Sucedió
el hecha anterior el
25
abril
1855,
y como los
thiriguanos de Macharetí se consideraban
huéspedes fuera del territorio-de origen, tra–
taron los mejores cabecillas con el P Cnnver–
sor de Tarairí para fundar una misión en Ma–
charetí; autorizados por el
P.
Prefecto, ellos
mismos com·enz.aron la obra en
1861,
que se
suspendió por el rencor de algunos feroces
paisanos, pero se pudo inaugurar la Misión
LAS MISIONES FRANCISCANAS
el año
1869.
Los pri111eros días fueron acia_
gos
y
peligrosos: tobas y chiriguanos, viendo
destruído e interrumpido su poderío
y
ban–
didaje, trataron de incendiar
y
saquear la Mi–
sión,
y
en vista de la tenaz y heroica defensa
de los compañeros del P. Conversor y de la
r
impotencia de su fuerza bruta, declararon que
no perseguían otro obje o que arrojar a los
Padres cie la Misión, a lo que contestaron con
bravura los neófitos:
Mientras no muera el úl–
timo de nosotros, los Padres no saldrán de
aqui.
Y
comenzó el combate encarnizado y
1
rencoroso que cesó a la media hora, por ha-
ber herido gravemente al principal cabecilla
de los enemigos. Los tobas
y
chiriguanos se
dieron a la fuga desesperados al ver la resis–
tencia de los de la Misión, y ésta gozó de
unos días tranquilos
y
alegres, que se festeja–
ron cristianamente con la llegada de laPa–
trona de la Misión, Ntra. Sra. de las Angus–
tias, hermosa estatua traída en hombros de
los neófitos desde Tat ija. Los Padres Marino
Mariani
y
Marcelletti fueron
los primeros
Conversores y los que e
11
e
1
otoño de
1874 _
trasladaron la Misiór} a un altiplano. a media
legua del primer sitio, por ser más seguro y
espacwso.
A tres leguas
al
SO. de Macharetí se halla–
ba Tigüipa, grupo de cuatro o cinco ranche–
ríos de familias chiriguanas. Participaron en
todas las contiendas habidas en Macharetí y
sufrieron el mismo desengaño que sus ami–
gos . los años
1855
y
1869.
El
P.
Marino, mi–
sionero de paz, logró parlamentar con ellos,
y tras repetidas visitas e inacabables expedi–
ciones desde Macharetí, se trasladó a Tigüi–
pa en
1872,
y el
20
de mayo, lunes ele Pente–
costés, dijo allí la pri:nera mis.a, poniendo a
la Misión bajo los auspicios y protección del
patrocinio de San José. La Misión de
San
fo–
sé
de Tigüipa,
que se acabó en
1879,
siguió
floreciendo y aumentando no sin esfuerzos
del P. Conversor y fué punto de contacto en–
tre los indios de Cuev-o, lvo y Ouacaya, que
se habían aliado con los tobas y chiriguanos
de Macharetí y Tigüipa para desbaratar la la–
bor misional en
1869.
CoLEGIO DE SAN Jo sÉ DE TAR.ATA
(44).
El Pa–
dre Herrero mandó en su primer viaje dos