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especial, sino que se atendía espiritualmente
desde Tumupasa.
Ordinariamente las cuatro Misiones
ante~
riores fueron atendidas por uno u otro con–
versbr que residía en dichas Misi ones; rara–
meute estuvieron las cuatro Misiones con su
conversor propio. La riqueza agrícola y fo–
restal de estos terrenos benianos era fabulo –
sa; de aquí la emigración e intercambio co–
mercial perjudicial al plan misionero por la
avaricia y solicitud desmesurada de los se–
dientos blancos e indios: están, por desgra–
cia, en proporción indi recta lo temporal con
lo espiritual: a mayor e incalculable
riqueza
terrena y abundanciei de productos, desolado–
ra e inmensa
pobreza
de frutos celestiales
y
escasez de almas sinceramente católicas. La
fama y el precio exagerado de la goma de
cauchú
del Beni, juntamente con el tráfico de
sus inmejorables artículos del café, cacao,
arroz, maíz, plátan o, yuca, caña dulce y otros
innumerables productos, destrozó paulatina–
mente el estado tranquilo y cerrado de estas
bien org-ªnizadas
Mision.es.
Misiones fundadas y perdidas del Colegio
de La Paz, además de las dos mencionadas de
la
Concepción
y la
Asunta
de los Araonas
,
obra del P. Ciuret en
1858
y
1860,
existieron
ótras dos entre los Chimanes,
San Pedro
y
San Pablo de los Chimanes.
Esta tribu se ha–
llaba al E. de la Misió11 de Santa Ana, entre
Covendo y Mojos, al SE. de Reyes y San Bor–
ja, y fué descubierta en
1824
por el P. Herre –
ro, quien no pudo complacer a sus habitan–
tes, que le pedían un misionero, por las cir–
cunstancias que ya hemos indicado. Los Pa–
dres Salvador Vallés y Pablo Mateo Cerdá,
Conversores de Sta. Ana y de Concepción de
Magdalenas de Guachi , en
1850
repitieron la
visita y tuvieron un entusiasta recibimiento,
cosa que satisfizo plenamente los intentos y
propósitos de los misioneros. Trataron de
unir los gntpos más numerosos, pero no se
les pudo convencer .para formar una soia Mi–
sión y se planearon dos distintas, una en la
cuenca del río Coiro , San Pablo, y otra en la
del Cosinge, San Pedro. En
1854
el Colegio
envió a los Padres Pablo Emilio Reynaud a
S. Pablo y Samuel Mancini con Fray Julián
LAS MISIONES FRANCISCANAS
Bottini a S. Pedro; trabajaron por implantar
la religión entre aquellos Chimanes, pero al
poco tiempo se declaró una epidemia y las
dos reducciones quedaron diezmadas; deter–
minaron reu11ir las familias supervivientes en
San Pablo , y los religiosos Manci ni
,y
Bottini
marcharon a Cavinas, a ponerse a las órde–
nes del P. Prefecto, dejando sólo al P. Rey–
nauy. Est
~
fué vilmente asesinado el
4
junio
1862,
y aquella Misión regada con la sangre
sacerdotal del misionero, mártir de su oficio,
se perdió para
~iempre.
'
Otra Misión estéril, aunque no tan
desastro~
sa,
fué
San Miguel de Muchanes o Tinendo,
entre el río Guanay o Kaka y el Beni,
15
le–
guas más abajo de Sta. Ana. Su vida fué efí–
mera
(1807-1890)
y lo·s Padres más destacados
del Colegio que regentaron esta Misión fue–
ron
fadres Baldovino, Miguel Cavot, Cerdá,
Bibolotti
y
Luis Fernández,
que desde
1872-
90,
a excepción del trienio
1882-85,
en que se
le eligió por Guardián del Colegio, la rigió
eficazmente. Nombrado segunda vez Prefec–
to de Misiones ·el P. L. fernández, tuvo que
abandonar Muchanes en
1890,
y cuando se
quiso enviar misionero no se encontró fami–
lia alguna.
Las tres doctrinas de Huanay, Mapiri y Ti–
puani, que estaban asistidas por el P. Juan
B. Suñer, en
1835
le ayudó el. P. Pedro Pelli–
ci,
y
en
1838
el P. Opicini, ya mencionado,
que murió allí paralítico en
1856.
Como el
Col egio no pudo enviar a nadie. y por otra
parte las doctrinas estaban suficientemente
capacitadas para entrar de
11
tro de
1
derecho
común diocesano, se entregaron al Ordina
no.
Con la creación del Vicariato Apostólico
del Beni en
1919,
las Misiones descritas ca–
yeron dentro del territorio del Vicariato
y
las
residencia~
misionales se multiplicaron, co–
mo veremos después.
24.
COLEGIO DE SANTA ANA DE SUCRE
(47),
fué fundado en el segundo viaje del P. He–
rrero, restaurando la antigua Recoleta
(1600)
de la provincia de S. Antonio de Charcas de
Chuquisaca. Llegaron a Sucre el
20
oct.
1837
los diez religiosos con e
1
P. Matías Bretón al
frente. En el primer Cap. guardiana!, presidí-