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BoLIVIA
dado de la práctica y dogmas de nuestra fe,
El P. Solano logró un triunfo, aunque pasa–
jero, con su visita: pudo reunir sin dificultad
más de tres mil almas y con ellas improvisó
dos Misiones al lado de cada fortín,
San An–
tonio
con 330 casas y 1.650 almas, y
San Fran–
cisco
con 350 almas y 1.750 chiriguanos. Pero
a los blancos e indios salvajes disgustó la
creación de las Misiones y le declararon gue–
rra a muerte, cosa que obligó a nuestros mi–
sioneros, ángeles de paz y caridad cristianas,
a abandonar las dos Misiones el 21 de mayo
1880.
Los chiriguanos de casta, valerosos, gue–
rreros e independientes, perseguían a los
Padres Conversores y a la civilización como
a su mayor enemigo. En el año
1874
había
unos 10 a 20 mil bárbaros con el nefando
plan de destruir las Mis'iones y matar a cuan–
tos individuos encontrasen que no fuesen de
su raza. Gracias al Subprefecto de la provin–
cia del Acero, al arrojo y valor temerarios de
los pacíficos habitantes de S. Juan del Pirai,
Abatiri, Ingre e Igüembe, se les presentó ba–
talla a finales de octubre de
1874,
quedando
los chiriguanos completamente derrotados sin
fuerza ni autoridad para poderse levantar en
contra de la cultura y de la religión. Con ello
los Padres de Igüembe podían reanudar sus
jornadas apostólicas de reconstrucción social
y religiosa, apoyados y defendidos oor los
fortines militares que la autoridad civil cons–
truyó y armó en aquellas lejanías.
La doctrina de
San Antonio de Ouacaya,
fundada el 27 junio 1875 por el P. Piccinini,
se organiza por temor a los indios, a los sol–
dados naciqnales, ya que no podían seguir la
vida errante y salvaje de sus antepasados.
Guacaya, separado de lgüembe por la cordi–
llera de Itiranti y cerrado por la parte Sur por
un escarpado cerro a modo de 'fortaleza, era
un valle dilatado y espacioso que podía cobi–
jar a millares de indios y que sirvió de baluar–
te y centro de los chiriguanos: Costó a los Pa–
dres de San Antonio, así como a los soldados
del fortín de Guacaya, situados una legua de
la Misión,,grandes temores y disgustos la con–
servación, pero ella prosperó y siguió flore–
ciente, no obstante haber sido castigada en
1880
y
1886
con la enfermedad de la viruela
En
1890
tenía
840
almas; sus conversores
principales fueron los Padres Dambroggi y
Apolinar Simoni, sirviéndose esta doctrina
desde San Pascual de Boicobo.
La Misión de
San Pascual de Boicobo
dista
de Igüembe ocho leguas y fué fundada al
mismo tiempo que San Antonio de Guacaya
en
1875,
reduciendo todo el valle y conquis–
tándolo para Dios y la Patria. Tenían organi–
zada esta Misión los Padres de Potosí ad–
mirablemente; queremos darlo a conocer pa–
ra que el lector se forme idea del sistema de
gobierno de las Misiones. El P. Conversor
representa en la Misión con respecto a los in–
dios su Pad'fe y Juez; más que sociedad civil
es sociedad doméstica, en la que el padre
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familia se preocupa del bienestar motal y
material .de sus hijos. El nombra el Alcalde,
Maestros y Capitanes; cada indio es libre pa–
ra escoger el Capitán que prefiera y no se les
permite vivir independientemente. El oficio
de Capitán es recibir las órdenes del misio–
nero
y
hacerlas ejecutar, vigilar el orden pú–
blico
y
el aseo de la .población, así como avi–
sar de los desórdenes que sucedieren al Pa–
dre Misionero. En S. Pascual había cuatrp
'
Capitanes. En el orden económico, para ha-
cer frente a los multiplicados gastos que re–
quiere la conservación de la Misión, no tenía
más ingresos que los que se originaban de la
industri~
o trabajo local, de las limosnas de
los bienhechores y de la asignación guberna–
tiva, administrándolo todo el P. Conversor.
La guerra del
1874
se conoció en todo
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territorio chiriguano; los de Cueva e Ivu qui–
sieron legalizar su situación y consiguieron
permiso de la autoridad gubernativa para po–
seer sus terrenos, cultivarlos y vivir a expen–
sas de su trabajo; pero las autoridades subal–
ternas cantonales y los blancos, cuando co–
nocieron aquella riqueza, no respetaron ni la
propiedad ni el derecho a disfrutar d·e los tra–
bajos y sudores. fabricaron dos fortines y se
constituyeron en señores y
d~eños
de aquel
inmenso paraíso.
Cuevo,
distante de Sauces unas 30 leguas y
de lgüembe 10, se halla detrás de la sierra de
Sararenda y Aguaragüe, que le rodean de N. a