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mentar sus conquistas espirituales, le aguijo–

neaba el estímulo del acercentamiento de su

grey: enamorado de la causa que perseguía,

crecía y solazábase el espíritu inquieto y vi–

goroso del P. Herrero en el florecimiento

providencial de aquellas inconstantes pero

animosas reducciones de la Intendencia de

La Paz.

16.

El Colegio de Moquegua, reunido en

Capítula el 4 Septiembre

1820,

eligió por

Prefectv-Comisario de sus Misiones al P. He–

rrero,

q~e

no ·debía andar muy lejos de Mo–

quegua, ya que el 11 Septiembre

1820

firma

una Obediencia para el P. León Gallego pa–

ra que cpase a las conversiones del Departa.–

ménto de La Pazlt

(33).

Cuanto trabajó en el ejercicio de su come–

tido, no lo podemos referir, por carecer de

datos · precisos: Sin embargo, por el mes de

junio· de 1821 debió escribir una

Memoria

larga,

en la que renunciaba a las Misiones del

Cuzco, para poderse dedicar más de lleno a

estas

deL

Opto. de La Paz

(34).

No podía evi–

tar. la preferencia por estas Misiones; después

.de

h~ber

girado la visita por todas las Misio-

ne's, salió por Mojn<;, por las Misiones de los

Yuracareses, por Tarata-Cochabamba-La Paz.

cDe

aquí-dice

el mismo P. Herrero (cf.

Pa–

dre

~anz,

91)-pasé a M·oquegua, y pasados

pocos días al Cuzco, y luego regresé a La

Paz,· de aquí a Yungas, y vuelto a La Paz,

para entrarme por Sorata a estas Misiones,

antes de un año de mi salida de ellas, y des–

pués de andadas cerca de mil/eguas». «Mi

viaje al. Cuzco-

añade el P. Herrero-

tuvo

por objeto la renuncia de las Misiones de Co–

cabambilla, de Chaya y Sandemato, por ser

imposible de atenderlas por falta de opera–

riOs».

En Agosto de

1822

se internó entre los Mu–

chanes y en Santa Ana se quedó trabajaudo

como u·n misionero particular;

·durante las

aguas

-

son

pala~ras

suyas-

me dediqué a

enseñar la música a los chunchitos, que luego

la aprendieron y lave el gusto de oirlos tocar

sus instrumentos y cantar la misa, el rosario

y otras funciones»

(35) .

Pero el triunfo de los

patriotas,

en Ja gue–

rra de emancipación , tocaba a su fin; y en el

LAS MISIONES FRANCISCANAS

año

1823

viajó el P. Herrero a La Paz

cpara

cobrar los sínodos atrasados-escribe

el Pa–

dre Herrero (cf.

P. Sanz 92)-y proveerme de

lo necesario. Interim esperaba que se me pa–

gase, pasé a Yungas a informarme del estado

de las Misiones del Beni por los neófitos que

hablan de salir a Jrupana. Al volver a La Paz

tuve que salir inmediatamente con el señor

Obispo hacia Sorata, por la llegada de los

patriotas al mando de Santa Cruz (General).

De Sorata me entré a Misiones sin llevar más

que mi pobre hábito. El desaliento se apode–

ró de los Padres viéndome sin recursos y con

un porvenir azaroso. Sin embargo, procuré

animarles, les proporcioné provisiones, inter–

né veinte vacas, que repartí en las tres Misio–

nes; instalé la escuela de música, La herrería,

La carpintería, la tejeduría y otras artes pre–

cisas sin mayor gravamen, esperando de la

divina

Provid~ncia

tiempos más bonancibles,

que desgraciadamente no vinieron».

Se encerró en Sta. Ana con los PP. Pozo y

Suñer, y en

1824

hizo un viaje a la caza de los

Chimanes,

sobre el que esct ibió un

Diario,

donde describía minuciosamente sus corre–

rías. Incansable y dinámico no se acobarda–

ba. Los Colegios de Ocopa y Moquegua fue–

ron clausurados por Bolívar el 14 Noviembre

1824, y como si esto fuera poco se dió un De–

creto el 11 Diciembre

1825

de supresión de

todos los conventos del Perú . reglamentando

su eficiencia la Ley del 29 Marzo 1826. Se dió

el golpe de gracia al Colegio de Moquegua;

no por esto e

1

P. Herrero, Prefecto del Cole–

gio suprimido, abandonó su grey; siguió im–

pertérrito

y

constante en su labor civilizadora

y espiritual, acaso con más tesón que antes y

sin duda con más sacrificio y abnegación•

manteniendo aquellas reducciones que habían

de ser el núclto y eje de ulteriores conquis–

tas. Ciertamente fueron la causa de la restau–

ración de los Colegios de P. F. de Bolivia, y

el P. Herrero fué el esforzado y magnánimo

campeón, escogido por Dios, para resucitar

con un empuje insospechado las Misiones

franci scanas en Bolivia.

En otra parte (36) hemos llamado al P. An–

drés Herrero •

Testamento auténtico, .español

y francisccno,

que escribierou y legaron a