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140

DICCIONARJO FOLKLORICO DEL PERU

.

.

~

huerta borra

1

Cha de

mad'resel~as;·

las rós'as

y

.margaritas que

·

~olocaba ~I!~e

1

~a .t;4sun.~~9~~- ~1 . rnar~v~l~<;>_S() ,li~~9

..

de~; -~~viJ;!o

Mo~~f~s q1;1~ .

F¡eJnandq

yr,r

~~ ops~q!lm~a

en

~gr_ade~m~~entq

a

lo~

valiqsos

d~t_os ,

9.1.1e

.el ,

peru~t;ro

le

c).i~ra ~obre

l.a?

c,olqní~s

.

d~ f\.~~~ica:

T:i

Saq~~ mq~ .

q1¡te

t~doH .

mis

ministros!~ 1~

había dicho el

rey

1

ef!treg~ndol~

e\ cuadr() que

Unántl~

,había ·

v.ref~rido.

,al título de_1119-rqués del Sol. . .

.

1

'

.

Ta~bi~n

1

~ra . J?F.-n~h~tiiJll-~ ctu~ -~~ }1~qía

servido de plurna-

·ria

Cl¡l<;t~d<?. e~cribíé.!-, ':~a

Vuelta

a,

~a

1

V~da

.del Ptmp.o", "Mi

Retir.o" )[ el

tra,~ajo ~o~re .~os te_mb~ores..

Y como si eso no

fu~ra

basta11te,

~a?chita

erfl la

qu~

cuidaba de su ropa

.y

de

s~1~ . aíip1evt9~; 1~

9u.e, !l;Onía ,et¡t ,orden sus

~ibros

Y.

.Pa'P.ele?; la

que limpiaba sus instrumentos de Astronomía. . . Y a la

~qra

1

d~l

Latín, mientras Rosa soñaba

·C0!-1

el ,máte de frejo–

i~s

colado¡; que le llevarían las. neg.r.a,s de Cañete.Viejo, .Pan-

·chita 'era ' la que me]or sabía las "Declinaciones",

y

la que

qej'or

t

aducía el "De Viris

Yllu?tribu~

Urbis

Romae~'.

· Finalt;Rente al sentarse frente al clavesino, Panchita

era la

e más experta digitación,

y

la que mejor interpreta- _

ba el "Somos ,ibres !''

y

el "Salve! Salve, cantaba María!".

L

ernura

y

el cuidado de la abpegada hija, eran lar–

gamente recompensados

por

el prócer haciendo a la niña la

depositaria de toda su confianza. Y en las tardes dotad<l¡_s

~~

tranquilas de Cañete -bajo la galería del corredor sosteni–

da por columnas dór:icas --entre un apólogo de Jesus

y

una

ff.tbula de Esopo, le refería loe: más culminantes hechos de

su carrera públi-ca,

y

las congojas que atribulaban su alma.

De esa manera, poco a poco fué germinando en Pan–

chita Unánue un sentimiento en el que la admiración

y

el res–

peto hacia

el

tremendo forjador de la nacionalidad, se mez–

cl~ba

con

el

rencor

y

el des•precio hacia sus gratuitos ene–

nngos . ..

Una tarde en que Unánue echaba migas de .pan

a

los

pich-ichíos

que llegaban hasta

el

corredor,

y

rememoraba sus

e-sfuerzos para crear las finanzas del país, Panchita -que

lo escuchaba embebecida- aventuró una pregunta:

- ¿Cuál

ha sido el galardón de la patria por tanto tmbajo

r- .

-¡Ya te lo mostraré algún dúi

-respondió el sabio-