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bre la cabeza un fardo, en señal de sumisión. ¡Qué espec–
táculo
znás
conmov~edor
el de ese general indio, yendo
!l
v~r
por la primera vez a su soberano, prislonero d·e '·los blan–
_cos! Descalzo, con una -carga ·sobre los hombros, cae ' de
rodillas y no puede
~ntener
sus lágrimas, mientras que el
-inc3t permanece digno
e
imp~ible,
·como convi·ene
a.
un mo–
narca
(1).
Los
esp_afiol,es han rendido hbmenaj e., en
vari~
ocasio–
nes,
al carácter de aquellos inc·as que pudieron conocer.
Atahualp_a, aunque bastardo y poco digno d·e s:er tomado co–
mo tipo de soberano, suscita, sin empargo, la admira·ción de
sus verdugos por su bravura,
su
sabiduría y su maj·estad
(2).
Más tarde, _el inca Manco se
m~estra
·valeroso e inteligente
en su lucha-contra
os
El i · a parece asi
formidable;
e e, e
a material de
a r·eligión y de
u
e an ·en .el Cuzco, ·
gusta de _·conversar con los, a
_V'~
es
ei:lseñ~
él"
mismo (3).
Es
·el pa<Jre espiritual
de
sus
súbdi~os,
por los cuales debe
ser temido
y
amado .a -la vez;_"su autoriaad
lle~aba
hasta
la
cqnduct~
más secreta, hasta ·el pensamiento mismo del
individuo" (
4).
Lo más sorprend,ente es
q~e
·el i-nca no haya abusado de
su
~oder;
sin duda, mira a
-~u.
pueblo .con alguna conmise-
.
,
.
(
1) F. de Jerez, "Verdadera Relación
!•,
p.
335. .Zára
te,
"Historia••.
cap.
XI.-
Las
Casas,
"Apologética", cap. OCLV.
El
mismo oeremowaQ
se
hallaba en
uso
eritre
los ·
chibchas de Colombia.
Jayce,
"South-Ame–
rican Archaeol!ogy",
p.
18.-
Ovledo
y
Valdés, "Historia General",
2.a
par-
- te, lltb.
26,
cap. -
23. ·
·
(2)
F
~
de Jerez, "Verdadera Relación", p.
335.-
Pedro Pizarro,
"Re–
lación", p.
247.-
Gomara, "Historia", cap.
c~x.-·
Oviedo
y
Valdés,
''His–
toria General", p. _
4,
cap .
·9.-
Morua, "Histori-a", p.
84.
(3)
Garcilaso, "Com.entarios",
Ub. 7,
cap. 10.
(4) Prescott,
"Htstoire",
trad. !ranc., t. 2, p. 136.
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