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El Rey Blanco es el que primero empieza. Ya descalzo

gana

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trecho que es como 20 metros con pasos lentos y so·

lemnes, arrodillándose y reveren ciando hasta tres o cuatn)

veces, para llegar a la primera grada de la escalin ata que con–

duce a la Gruta o Pesebre, donde está el anda arreglada de

la Sagrada Familia :la Virgen, San José y el Niño Ojje. Lue

go de permanecer arrqdillado y postrarse reverente, dice! mas

o menos: ¡Tú eres el Mesías prometido, tú eres mi Dios! ¡Tu

nombre bendito se grabará eternamente en mi pecho y en el

de mis hijos y en el de los hijos de mis hijos. Vos sois el Dios

anunciado por las Profesías y las Sagradas Escrituras. Vos

sois el Mesías esperado como el Salvador y redentor dél mu n–

do, de la esclavitud del pecado y la servidumbre de satanás.

Vos sois el Señor del cielo de la t ierra. Sin más guía que la

luz deslumbrante que nos suministraba la est rella misteriosa

que vino conduciéndonos desde las. lejanas regiones del Orien–

te, hemos llegado hasta aquí, jadeantes y rendidos de feli<:i ·

dad, para adoraros y ofrendaros: oro, incienso y mirra, como

los ricos productos de nuestras respect ivas t ierras de

Ja

In–

dia, la Arabia y la Persia, en testimonio de nuestra venen,.

ción, fidelidad y obediencia como a Rey y Salvador de

lm: .

hombres. ¡BenditQ sea rpil veces, Jesús, hijo de David que ha.

venido a visitar a su pueblo! ¡Bendito mil veces el fruto de

las purísimas y santísimas entra¡;ias de la Virgen María ! ¡Ala–

bad al Señor los que están en íos cielos! ¡Alabad en las al–

turas! ¡Alabad todos sus ángeles! ¡Alabad todos sus

ef

érci ·

tos celestiales: legiones, potestades, serafines, querubines!

¡Alabad sol, luna y estrellas del firmamento! ¡Alabad al Señor

todos los abismos y cimas, fuego, nieve, granizo, hielo, viento

y tempestad que obedecen a su palabra; montes, ríos y llanu–

ras y océanos, todos alabad al Señor. Animales: fieras y ga–

nados, reptiles y volátiles, alal;>ad al Señor. ¡Oh venturoso pue

blo de I.sraél, qué feliz debes sentirte, ya que eres el pueblo esco–

gido y benefioiado por la gracia de Dios; pero tu indiferencia

y ceguera mortal qué caro también has de pagarlo!

Este presente día testifica, en ciclo anual que del pater·

no sino desciendes hecho niño tierno como salud que al mun–

do vivifica! Al depositar a tus divinas plantas mi símbolo de

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