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blico de no haber podido remediar el ''antojo'' de su mujer y con
la inquietud de su conciencia, muy tranquila por lo común, cuando
a solas piensa en que el diablo ha de pedirle cuentas por su des–
cuido. Él no querría: deber esta cuenta al diablo, líbrelo Dios, ni
ninguna otra. Querría verse libre del peso acusador de su concien-·
cia, pero cómo satisfacer el deseo de ''moras, melones y sandías''.
en el invierno y de las excentricidades más inverosímiles como son las
que suelen desear en trances semejantes..
·
En estos casos, vale la promesa a los santos. Y tras del empeño
inútil, no sin zozopra consiguiente, el hombre que no ha podido
cumplir, ni con la ayuda de sus vecinos, siempre dispuestos a pres–
tarla, tienen, en la promesa su tabla de salvación.
El "antojo" tiene el carácter de una enfermedad y de una
culpa cuando no es atendido a tiempo. Aparte de la invocación di–
vina, de esa prórroga que se solicita en la oración, suelen usar
''el té de sidra'' como excelente sustituto de las cosas deseadas.
,
eru
común en la
t~rminología
médica popular ex–
presfl un concepto etiológico erróneo, aunque es clara la noción to–
pográfica que enuncia. .se refiere a la blefaritis, enfermedad que
el pueblo considera producida por unos insectos muy pequeños, sin
duda porque observan sobre los bordes palpebrales la formación
de pequeñas escamas blancuzcas.
Esta enfermedad suelen curar con "leche de mujer" o "untando
los bordes de los párpados con un poquito de miel tibia".
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EL ARREBATO
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.Se denomina ''arrebato a la congestión cefálica, y a las pertur-
baciones que da origen, tales, la cefalalgia, la rubefacción, el vérti–
go, etc. Del ;mismo modo lo conoc-en en Arequip.a, Perú, y semejantes
.
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