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que la usaba en dichas circunstancias
y
su significado sería enton–
ces el que le asigna la medicina antigua
y
moderna a dicho color
y
no el que le dieran precipitadamente algunos: el de emblema de
la tiranía.
El r ojo . es un factor terapéutico importante en la medicina
popular universal. Los. chinos
y
neozelandeses ''lo consideran abo–
rrecible para los malos espíritus" (GARRISON:
Historia de la medi-
cin,a).
Los japoneses empleaban el color rojo hasta hace poco tiempo
para el tratamiento de la viruela.
Del mismo modo, su
i~fluencia
fué conocida en Europa desde
el Siglo
XIV.
En efecto, John Gaddesden curó al hijo del
Rey
Eduardo con
~nvoltur~as .
de color rojo, procedimiento que también
por dos o tres horas sin pararse. Se envuelve en sudor, y a este tiempo se
anoja en cama ya recobrado mucho de su insulto. Descansa algún rato, se le
da algún caldo y pasada unas tres
ho~as
vuel;'e con el mismo va.lor, y más
libert ad
su ejerciCIO, e cu
se prosigue asi por tres .o cuatr·o dias,
9~e
comúnme te se gastan en esta edfcina. Co
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raíces muy pro
a
e
samdad el enfermo
recibe nu
t
uat;o anos, en aquel tiempo del año que el sol
enardece más aquellas tierras. .Si ya por esto no se han prevenido 1os mordidos
con la mtisica y baile, comienzan en aquel tiempo a descollar los mismos acci–
dentes
y
señales que tuvo al principio de la mordedura.
Acontece alguna vez no proceder síntoma alguno, sino que sin previo aviso
caen como muertos, se po'nen cárdenos
y
se insultan ·de todo el golpe fatal
de los ·accidentes, hasta que la música los libra. Y esta inopinaba caída, como
si los hiriese un rayo, en frase de Baglivo, acontece también al principio del
insulto, cuando la mordedura. Si así al principio como en las recrudescencias
anuales, no se halla el tiempo necesario,
y
no a tiempo oportuno, todo el resto
del año y hasta que los ardores del estío
en
el venidero renuevan el accidente
lo pasan t rabajosamente los tenfermos. Padecen ictericias, ansias, suspiros
in~
apetencia, fiebre lenta
y
dolores. De ·modo que el tiempo para la
músi~a
y
baile, es en los mayores ardores del estío, cuando las "tarántulas.", por el ardor
tan fuerte, está-n más proporcionadas para introducir mordiendo su v·eneno.
Es también notabilísimo, que es tan necesaria la puntual armonía o sonata
correspondiente con el género de vicio por la mordedura, que si acaso a mitad
del baile se muda el
to.noo se destempla el instrumento se cae el enfermo
comienzan las ansias, los ·suspiros! los ardores,
y
los desmanes del mayor
tor~
~ento.
Todo lo cual se desvanece
y
se vuelve al .baile si el músico templa el
mstrumento o vuelve a su tocata. Esto ha acontecido varias veces pol," acaso o
provocado por curiosidad por los médicos y asist entes ... ''·