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se observan en la cocina santiagueña, que recuerdan las rudas épocas

de nuestra formación .

Priman en ella, sin embargo, el concepto de su beneficio

y

la sim–

plicidad de los medios, que como el fuego, modifican las sustancias

confiriéndoles, no sólo

propiedad~s

exaltativas en su valor nutritivo,

sino cualidades de gusto

y

aroma, tan necesarios siempre para su

ulterior digestión

y

asimilación.

El fuego es, pues, entre los medios empleados a tal fin, el más

difundido, el fuego del fogóp., sobre todo, que

a

la virtud de trans–

formar el alimento añade la acción de reunir en torno -rueda ma–

ravillosa- a la familia humilde. Por eso, el fogón, es, en la historia

de la alimentación popular de S'antiago,. un elemento de fondo in–

sustituíble.

En medio de la escena d€Spoblada

y

triste, bajo la noche o bajo

el sol de los mediodías inclementes, relampagueados de luz, el fogón

es la lámpara votiva.

Calor para el frío invernal, refectorio de la conservación biológi–

ca, el fogón ha nutrido al gaucho, que, sin bártulos, se paseaba libre

por las l anuras inmensas

desq.Jada '• al soldado de las guerrillas

fratricid ,

indio de los

los

bosques, al

arriero

1

alma de los

l que se formó

al

Mili'?~>~·-

se tostaron las

carnes

,

os a

e as.a derretida. En

él

se hin ' el asador, cien il veces rel ·mido de llamas

y

deseos, el

asador criollo de las gestas

y

de los parias.,

y

todavía cobijó, en el

rescoldo de sus cenizas calientes, la tortilla blanca o la dulce carne del

pichi o de la iguana.

En la trágica vida del campo, el fogón fué guía nocturna, lugar

de fábulas

y

fantasías.. Humanizó a los hombres desencontrados. por

el

destino,

y

endulzó, con la vanidad del recuerdo hazañoso, el dolor

de

toda una historia crispada

y

turbulenta.

Fué lo simple

y

necesario de la vida.

Mas

de. tanto vivir, la vida del gaucho se remansó en gozos pere–

zosos.

Com·enzaba la pacificación

y

comenzó también el ''confort''. Los

que pudieron ''dar gusto al cuerpo'' -los infinitamente menos–

refinaron sus ocios. De nómades se hicieron s.edentarios, de gauchos o

soldados se transformaron en agricultores o pastores, de jinetes en

infantes.