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aconsejaba: ''Toma sebo derretido

y

estando caliente moja un paño

y polvoréalo' con azufre". Por más que el azufre ha sido recomen–

dado con anterioridad en muchas enfermedades

y

diversas formas,

creemos que la medicina popular lo ha tomado del médico de Praga

por la enorme difusión que su

Co~ección

de

recetas

ha tenido entre

nosotros.

EL LLILLIMIENTO

En realidad lá palabra quichua sería: "llilli ", fisuras

ó

rajadu–

ras de la mucosa o escoriación de la misma; pero se ha castellanizado

el término, manteniendo la raíz aborigen. Son afecciones frecuentes

en la época de la fruta, en especial de la del higo o breva,

y

se carac–

terizan por un prurito

y

una sensación de ardor provocada por la

acción de los ácidos, propios de la fruta verde. Se cura con miel o

con cualquier grasa o sebo, siempre que sean frescos.

·

.-----~-EL

MAL DE AMOR

píritu popular la

morboso

y

el amor.

e

los pueblos antiguos

a

1as

vece

su explicación feno-

ménic :

i

interna de alguna

glánd 1 .

simpatía del alma? Los

estalli

mO-l!

cmé amoroso, ¿es determinado únicamente

por el obstáculo al goce libre de la persona amada o por causas diver–

sas que dificultan la libre expansión del ánimo? En vano la ciencia

ha procurado darnos la esencia de este curioso fenómeno, hablándo–

~os

en cambio, con lujo de detalles, de la sintomatología fisiológica

o de aquellos casos que por su sistematización o delirio han sido

catalogados como procesos mentales morbosos.

Mas, si la ciencia no ha podido lograr su propósito, el pueblo

ha dado en cambio su veredicto: ''el mal de amor existe, porque el

mal de amor es evidente".

En efecto, el pueblo ha visto con sus propios ojos languidecer al

amante; le ha visto ponerse taciturno

y

huraño; ha constatado en

sus ojos la llama inextinguible de la pasión; ha observado sus crisis

de alegría, inmotivadas, alternadas con hondos períodos de depre–

sión

y

desesperanza; en fin, ha verificado un cambio tan fundamen-