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LA INFLUENZA
Modernamente ha sido incorporada a la medicina popular este
término con el que se designan las gripes
Y.
enfermedades seme–
jantes.
Antes, para calificarlas usaban la palabre: "fiebre", por el
síntoma más evidente. Ahora comienza, también, entre el pueblo,
a hacer prosélitos nuestra "manía" de dar el nombre a todas las
cosas y enfermedades, como si fuesen nuevas o no lo hubieran tenido.
Por suerte, el pueblo anda siempre un poco atrasado. Cuando el
''patricio'' hablaba de influenza, el ''plebeyo'' decía: fiebre. Ahora
dice el "patricio": gripe y el "plebeyo", abandonando su antigua,
simple y genérica expresión, dice, a su vez, influenza. Como se ve,
uno toma lo que arroja el otro. Esto es el progreso. Las enfermeda–
des continúan existiendo con distinto nombre
y,
tanto el pueblo
como la ciencia, padeciéndolas, curándolas, designándolas, sin po–
der des errarlas ni del p triciado ni de la plebe.
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Indudablemente, los
frances.eshan pretendido decir lo último en
materia de ''insolación''. Han lanzado una frase certera como un
tiro de francot, un tiro bien preciso. Pero, ¿es que nosotros nos he–
mos quedado
cortos~
"Insolación'', sí, pero también "insulto", que
es como también se la llama,_Bella palabra que, en este caso, dice
hasta la intención del sol.
Digamos, sin embargo, que la palabra ''insulto'' -.-muy castiza,
por otra parte-- es empleada, sobre todo, para designar los ictus
apopléticos, los desmayos, las pérdidas del conocimiento y todas
aquellas enfermedades conocidas por la gente con el nombre gené-
rico de ''ataques''. Ahora bien,
¿
cómo se cura la ''insolación'' ?
Lavando la cabeza del paciente con agua de "hojas de hediondilla
( Cestrum parqu.i) ''.
El P. Lozano, al describirnos esta planta, en su ya conocida
obra, pág. 262, nos dice: ''Sus partes superficiales son frigidísimas,