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astringente y no faltan los que aconsejan ''pasar por la boca una

moneda de cobre" (

1 ),

por el sulfato que suele contener.

En ·la reeeta que veremos a continuación se emplean ''tres':–

hierbas, con lo que, al posible mérito intrínseco de los simples que

intervienen, se recurre a la magia de los ''numerales.'', consignada

tácitamente en dicha fórmula. En efecto, úsase el ''agua de malva

(Malva silvestris), de cepacaballo (Xantiun spinosum) y de hedion–

dilla (Cestrum parqui), para buches''. Esta última planta ha sido

ya mencionada por el P. LozANo, en su

Historia de la Conquista del

Paraguay, Río de la Plata y Tucumán,

y de ella y de las otras nos

hemos ocupado nosotros en otras partes de esta obra..

Para probar más aún, si cabe, la enorme influencia que las re–

cetas del Dr. ·Mandouti tienen sobre la medicina popular, recorde..

mos que los ''fogajes'' suelen también curarse con la aplicación d'el

alumbre, ni más ni menos que como lo preconizaba aquel famoso–

médico

y

viajero, en su conocida receta que dice : ' ' Traer siempre

1

en la boca piedra alumbre y con la espuma untar los fuegos

1

'.

Para terminar, agreguemos,

a

lo ya expuesto, la unción de las

partes enferm con

o miel de abeja''. Es algo prác-

tico

y

sumamente

biblioteca

<GI'~.¡.

..... ,"" ..........

e

iona1

,

' ' Galico''

s

e] nombre que-

lleva la sífilis e

a. ' ro e

á o o Mal Gá-

lico con que die a

ra conocida . en Europa a fines del

siglo XV y principios del XVI. Por eso sorprende encontrarla en

Santiago, en esta nuestra dilatada tierra estéril, en la que, afirman,.

"nada vive ni perdura". ¿Cómo y por qué pudo germinar y sobre–

vivir esta palabra?

&

Quién la sembró en nuestro recuerdo'

Debieron ser los españoles, particularmente los misioneros, quie–

nes por primera vez la introdujeron, no digo en Santiago, pero en

América. Recuérdese que, en esas épocas, la palabra estaba defini...

tivamente incorporada al lenguaje común de los conquistadores de

la cruz y de la espada. Los cronistas la mencionan con profusión de

detalles, recomendando para su curación algunas plantas america–

nas, de las que luego hablaremos. Pero la difusión del término, se

nos antoja, es obra de ciertas publicaciones posteriores que, como

(1)

' ' ' ·Toma un poco de cardenillo

y

alcaparrosa molidas en una cáscara

d·e huevo; echa agua rosada

y

un poco de solimán crudo

y

con un hisopito

lava bien la llaga"-

(MANDOUTI:

obra ya citada).