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SUCASUCA
MA~CU
la corriente
d~
sus verdugoe. se entregaban también al regocijo.
muy
t:mg-;lan~d~s
con · sus trajes especiales.
"Ostentaba su' hermosa Catedral, sus lujosos
templos, su
abundante
y
bien provisto. mercado, ¿quién había de imaginar
que al año siquien:e sufris ra un cataclismo?
¡Suerte de los
pue bles !"
Concluyamos esta nota ret rosp ec ti va , por con–
tras te, con el impor tante da to de lo que ganaba no
u n Cor regidor de La Paz, sino uno de cualquier
de sus parti dos (actual p r ovi ncia ); por ej emplo,
el partido de Achacach i. Dice nues tro informadísi–
mo Aranzáes: "Este ·cor1·egim icn to es taba distri–
buido en d ·ecisiete pueblos o villorrios, según Al–
cedo (¿qai cn sabe algo de es te cr istiano ?); p are–
ce q ue entre ellos design a a mi serables rancherías
de i nd ios.
El
corregidor tenía derech o a un r epar–
to dé noventa
y
seis mil ochocientos cincuenta pe–
sos, pag:mdo al año setec ien tof'
~eten t a
y dos p e–
sos de alcabala ..."
Conforme a lo tra nscri p to, es de col egir que
el Corregidor de L a Paz, ha deb ido ll eva rse algo
más de lo q ue p er cibía el de Ac hacach i, y por ·lo
que gana r ía aquél, p r es umibl e es qu e no eran mo–
des tas las si tuaciones del di ocesano, del .tesorero,
los alca ldes de var a, los adumw ros
y
otros títul os
algo menos importantes con sedé e n Nues tra Se–
ñora
ele
La Paz, la p resa codiciada por Juli án A–
pasa, el cual al clescubrir el pli ego firm ado por el
excaciqu e José Gabriel Co ncloreanqui, que a la sa–
zón se cambió ese apela tivo p01: el de José Gabriel
Tupakj Amaru, sin tió en un segundo de hiper sen–
_sibili dad a ud itiva los tres golpes que el d,estino da