ZACARIAS MONJE ORTIZ
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Los ricos tomabán ClhiÍcolate con exceso. el coraque· (aúno
sabemos qué habrá 'sido este artículo
y
si sería comestible co
de lo otro)
y
la' mistela (aguardiente. jugo de frutas, azúcar
y
canela. explicamos). ·
y
los· menos ·acomodados yerba del Pa–
raguay.
El clero era numeroso. rico
y
orgulloso, ,porque las pingüe's
rentas de sus benefi.!<ios les dejaban parq todo. así• ostentaban
dijes de seda
y
oro. Los canónigos iban a la Catedral en bien
gualdrapadas mulas. seguidos de sus esclavos africanos.
"Sus dos
monasté~os
ricos
(Concep~ionistas
y
Carmelitas)
con sus pingües · entradas. contenían multitud de seglaras (la
palabreja inoficial. quiere decir en antiguo
y
legÍtimo paceño.
MOl'lJASAS. o sean las sirvientas particulares de cada monja.
de cuando ésta fué del siglo o mundo profano:
y
que seguÍan
a su ama al Convento aunque sin formular más votos que los
de la piedad cristiana
y
obediencia de sus místicas amitas)
y
criadas (a título de f;delidad. en la copia, mantenemos la redun–
dancia. salvo que Aranzáes se refiera a las criadas al servi–
cio de toda la comunidad), se puede que llevaban una vida
sibarita. La servidumbre confeccionaba dulces, golosinas. así
como tejÍa gobelinos."
Ahora, veámos qué nos cuenta del modo de
divertirse las clases populares de la ciudad de La
Paz, por aquellos años del Señor:
'
"El pueblo era sencillo en sus costumbres. honrado
y
labo–
rioso. El carnaval celebraban.
co~
febril entusiasmo todas las cla–
ses sociales. •sin una nota discordante, como en familia. Desde
las primeras horas de la mañana grupos de jÓvenes. así como
de caballeros (quiere decir de varones de más ·edad que los
muchachos,
y
no otra cosa) recorrían las calles. armados de
cartuchos de harina perfumada (excepto lo del. perfume, como
hace diez años apenas). buscando a las lindas paceñas (al ;;>a·
dre Aranzáes se le haría harina la boca). las que colocadas
en sus balcones esperaban a los del
leo
sexo. para librar un
combate animado. sostenido por ambas partes con brío
y
ale–
gría. batién¡iose. por último. en el salón eon admirable jovia–
lidad. hasta que se pedía treguc;r por las damas, para ense–
guida tomar la fruta
y
la mistela, para después terminar con
los alegres bailecitos de la tierra. La clase mestiza no se que-