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SUCASUCA MALLCU

cavones de las minas

Y,

en las fincas de

labores

agrícolas.

Es esta mis1na especie de solidaridad

con

el

inferior en categoría, s ocial y económicamente ha–

blando, •que los directores de las oficinas de propa–

gand a comunista, de Panamá o Valparaíso,

en

nombre del partido rojo de Rusia tratan de explo–

tar, por suerte, sin mayor conocimiento de la psi–

cología aborigen y chol a .

F ueron los mesti zos paceños de la época los

que causaron mayores 'desesperanzalS y angustias

a los españoles dentro de la ciudad sitiada; hay

momentos en que, al contar las veces que momen–

táneamente defeccionan los cholos en los ataques

y en las de aguan,tar l;:ts embestidas de los sitiado–

res, más que juzgar a fondo

es~

otJnducta vienen

gan us de festeja: a . El señor de Segurola, ha de–

rramado

ng

pocas lágrimas al verse desobedecido

o rnal

i 1-r~ rr r c t:ldn

en l as órdenes que daba du–

ran te el a-.; "dio . Y

et·.!

t; u~ .

a pesa r de los ri esgos

del sitio, el cholo pacc ño estaba, a la fuer za, con

la tropa armada de los esp añoles,

y

se;- !ía no pe–

queña gana de plegarse al bando de la liberación

american a y acabar, al lado de los aimar áes revo–

lucionarios, de punta a cabo con los primeros, a

q uienes es tos mi smos cholos

los apodaban: cha–

p elone., collons (del catalán , compa ñones en cas–

tellano) , batqrros y advenedizos, amén de otras

sandeces más ,

(1)

y de todos los

c u ~l es

apodos el

de chape tones fué el que r ayó en definitiva a los

(1) En las regiones de habla quichua, los llamaban pucacuncaa.

cogotes colorados.