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52

SUCA.SUCA

~CU

con vigor

s~

sello sobre la trama de los sucesos

públicos

y

pri-yados;

'SUS

ideas, emociones

y

hechos

trasunta,n alternativamente (en forma que a los

observadores desprevenidos desconcierta, acoqui-·

na );

en~erm~t.

muchas veces) la fanfarronería

y

al.úfacia del íbero, CQn su inherente fervor cristia–

np y su tendencia al juego de azar, la cerveza y el

aguardiente, más una dósis de la pasividad del au–

tóctono; su dejar hacer

y

dejar pasar es

heren~ia'

d~

la

vi~ja

América, la cual sucesión implica

vi~tuales deseos de venganza contra el blanco, aun–

que no sea víctima, o hubiese sido alguna vez, del

abuso de aquel. El caciquismo español, ese siste–

ma de cdtica de las sociedades resultantes del es–

tablecimiento de europeos en tierras americanas

y

del cruce

consi~uiente

de razas, gusta del repu–

dio . de la clase mestiza boliviana; muchas veces

abomina d

ella,

y

aún implica minorías que ha–

<~en

andalucismo,

con miras a intentar el predo–

minio de .ésta o aquella región de Bolivia, a título

de haber conseguido no mezclar la sangre mozá–

r abe,

(1)

que - con perdón de los lectores cultos–

no es producto de los más puros ni estimados entre

los mismos españoles, ni qué decir del concepto

que de ella tienen los otros europeos que, por in–

sen sate~

y

cmeldad, han vuelto, con

el misnw

egoísmo racial que los judíos poseídos de! purita-

-

nismo de la sangre, a enarbolar la enseña de la

superioridad de raza, que necramos en nombre de

Ta Divinidad de donde

prove1~imos

todos los hom-

OJ

Ze~ardita

o marahna, con más exactitud. o sea la aubra–

.aa

iberoc:rábiqojud{a.- N. del A.

¡