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?:ACARIAS MONJE ORTIZ
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se de su actividad económica en plena plaza ma–
yor, la .de Armas
o"
Plaza Real, hoy Murillo. Es
allí; en lo
q~e
la chola misma llama la recó-va, con
muy buena lógica, donde trabajó en el negocio del
abastecimiento de-víveres a la población en gene–
ral. Tras del parapeto de canastones
y balayes
(balay, canasta
pl ~na,
con rebord e es trecho, como
las canastas y ces tos , de mimbre,
y
con a sas)", s i-
. glos vivió la mestiza p aceña en ·la plaza tan legen-
- daria ; lucró a sus anchas, se vinculó con las auto–
ridades y los asentista!); trabó amores con va r ones
de p rosapi a,
al
aire libre. L a ingente recova poli–
croma, en ruidos,. palabrería
y
risotadas orgiásti–
ca, es testigo de
1~
pregestació11 de muchos pro–
h ombres de notoria o mediana celebridad civil , mi–
litar
y
eclesiástica de Bolivia,
~in
que es to qu iera
decir que los p.r;óceres
pac~ños t~ngan
ese
í
n ico
origen, p ues ya está dicho, y con fundanlento y
buenos informes aceTca d e más de doscien tas ge–
n·ealogías familiares de origen europeo - hoy ame–
ricanizadas hasta la m édula,-
que la raza coñqui s–
tadora en la cuenca paceña aportó un caudal de
sangr e no mezclada, sistem á ticam cn te
a l m enos,
d e volúmen considerable.
La
raza~m estiza,
que es la
q-ue
América esper ó
a ún en épocas en que florecía la organización bri–
llante p et·o d e todos modos decadente de los In–
cas
y
los az teca;; . (reverdecimiento ele dos r amas
d el á r !Jol unita ri o de la r aza americana, el último
y el má · breve, cuyo e<r uivalente evolu tivo ·repre–
senta
d
Imper io japonés, con respecto a la
<
eca–
d encia o estancamiento de todo el si ·tema é tn ico
d ] Asia continental e insul a r); fué la que an imó
en todas las circunstancia
la vida colonial y la
autonómica de las
poblaciOI~es
bolivianas. Marca