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SUCASUCA MALLCU

genas, con altp concepto de la justicia, bajo los

imperativos de la dignificación de todo ser huma–

no por su personal liberación económica, ya que

la liberación política está bien inscrjta en cada

.Código constitociqnal. Esto pensamos que es bási–

co, para continuav vida de seres .libres a pesar de

todos los desbordes de la fuerz11 mecanizada, ad–

mirable

y

sometida a la voluntad de los dictado–

res europeos que harr perd1do el alma.

1

.

Necesitamos ahora que aparezca un indicio

más, ya que no una prueba plena, del sentido ame–

ricanista que obtl) o

J~tlián

Apasa, antes de abra–

zar el partirlo deJa emancipación de criollos y au–

tóctonos de Bolivia, por la muerte y expulsión de

todos los e<.:panoles, chapetones como los llamaba.

Y si

l ogrnm o~

rs1'"'

'Hlcmás nuereri1os que, en

consecuencia, resulte planteado el hecho d.e haber

sido la revolución de Tupakj Katari, un proceso

social y po1ítico con todo el peso d.e una empresa

seria.

No creemos - hay que recalcarlo-

que Julián ·

Apasa, por sólo su convivencia con uno o más pá–

rrocos católicos y españoles, hubiese

conseguido

fisonomizar tan rotundamente su actitud ante Es–

paña al componer su nombre y apellido de bata–

lla. El trato aquél, por más constante .

y

duradero

que haya sido,

le

habrá proporcionado nociones

teológicas del catolicismo, comprimidas, primero,

por lo restrictivo del dogma y, segundo, a conse–

cuencia de que el patrón clerical de don

Julián,

por sistema político, soberbia y desnivel cultural