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SUCASUCA MALLCU
blo de su vecindad hacia el sud, Tomás Catari iba
a estallar bélicamente contra el opFesor europeo.
El estado psicológico de referencia, en el par–
tido de Sicasica, concluyó debido al éxito de Ju-
-
lián Apasa, quien, más urgido que nadie en ma–
teria de noticias, no había abandonado
su tarea
de estatse a la pesca de viajéros, por lo cual se
tropezó con uno que pasaba de incógnito y que en
realidad era un correo. El hecho de viajar como
cañari y no haber entrado a Ayoayo dando la con–
sabida señal con su trompeta o pututu, le causó
tanta ex trañeza al futuro caudillo que,
pasadas
algunas tentativas de conseguir explicaciones, por
las buen as, del cañari secreto , se fué a las vías del
h echo y demojó al postillón del mensaje escrito
en castell ano, que Joséph Gabriel Tupakj Amaru
reln itía a TomáS Catari, de Chayanta, precisamen–
te pal'a darl e las más completas razones del movi–
miento e ·ta lado en e Cuzco contra los españoles.
E l postillón del norte volvió a sus pagos con
u n despacho del propio Julián Apasa, quien,
su–
pl an tadol'
a forti ori ,
en ese papel daba promesa de
que los s ucas ucas secundarían la revolución indí–
gena.
E n p·osesión d el misterio, don Julián se mo–
vió y, la _ventad, m ejor que azogue esparcido. Con–
siguió pl'ovocar l a r e unión de nmaerosos cabildos
en Kgapuñuta
y
otras pucaras señe r·as de las pam–
p a
de Sicasica, ·Ayoayo, Calamarca, Viscachani,
!quiaca, Patacamaya, Umala, Ber·enguela, etc. Y
a ntes de dar la primera señal de emancipación en
su propio dist l'ito, optó por· s u non1bre de batalla.
Es te d etalle, que la incipi ente historia de Bo–
livi a ha recogido con tanta desapt·ensión, tiene im–
portancia; no se la otorgaron antes los historiado-