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SUCASUCA·MALLCU

Quiere decir que Tupakj Katari, en ·calidad de

belígero, pudiera ser duramente condenado por el

sacrificio de

millar~s

de vidas

y

la ruina material

de

buen~

parte de la ciudad de La Raz,

(1)

todo

el pueblecito de Sorata, el entonces caserío de Ya–

co, que sufrió incendio; Viacha, Laja, varias· al-.

dehuelas,

y

cuántas estancias que fueron taladas.

Sabemos que estos cargos pueden perder parte de

s-u rigor por las diversas atenuantes· que contribui–

rían a justificar la derrota de este nuevo katari de

los ahnaráes.

.

Pero el fin , .la meta que perseguía

y

la ingé–

nita estrategia de que echaba mano en muchas

oportunidades, denotan que era un hombre supe–

rior, dentro de su raza estácionada

y

su vida de

esclavo.

Pensó, 1ueditó

y

examinó todo lo que conte–

nía de inhumano el régimen implantado por los

conquis.tadOTes del ediodia de Europa. Quiso ser

libertador de los suyos y ¡oh proyección de ·su

americanidad! de los criollos

y

mestizos más, co–

mo se verá adelante. Por todo ello peleó

-e

hizo co–

rrer

abundap.te

sangre; al fin de cuentas pagó con

la vida el ideal que acarició sin alcanzarlo. Va–

mos, pues, a conocer la revolución en sí de este

Protomártir americano.

(1)

El treinta por ciento de sus pobladores

y

las dos terceras

partes de su edificación, según la cita de la pág. ll8. del

Bosquejo

de la Historia de Bolivia,

de 0l'dóñez

y

Crespo, quienes omiten

al

autor consultado.- N. del A.