ZACARIAS MONJE ORTIZ
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zo parabólico de su desarrollo son ordina¡¡ios, tJam–
poco son inferiores. Después de la tot:tl destruc–
ción de las familias étnicas que forman el todb ra–
cial europeo, que se encuentra en camino, habrán–
se perdido las cohquistas
materi:~.les
de la ·respec–
tiva
civilizaciói~,
así como al presente la libre cul–
tura de sus hombres arioides es llevada por las
dictaduras políticas, respaldadas po'r la fuerza me–
cánica, al
e~ilio.
Claro es que el extermino bélico
en Europa, p3r más que las divisiones JDOtoriza–
das
y
los ejércrtos de ocupación que son desembar–
cados desde el aire (cosa que solamente los atlan–
tes ejecutaron mejor) , raigan del ha:z. de esas tie–
rras las más pequeñas manHestaciones del sagra–
do anhelo de liber tad en todo hombre, no masa–
crárán más del setenta por Cliento de
la pobla–
ción, la ruraJ especialmel}te. Esos grupos sobrevi–
vientes en Polonia o Gales, Noruega o Grecia, a
los cien años de la hecatombe arrasadora del pre–
dominio europeo de se!s siglos, filmpoco
y
en for–
ma de
ning~na
manera autorizada, ni los más es-
. clarecidos sabios de la futura civilización paJtame–
ricana que dominará al mundo, tendrán derecho
a considerarlos
infe.riores
a la propia raza ameri–
cana, ni ordinarios. Las razas, como la aimará, la
indostánica, la egipcia, la caldea, la griega, la: in–
glesa, etc., nacen
y
crecen; desarrollan, logran ob–
jetivos cómo la conquista de cada vez mejores mé–
todos de vida colectiva o individual para todos los
ho
mbres,en lo intern.o
y
en ló extermo; después
de
goz.arde sus propias adquisiciones caen en el
materialismo
y
son víctimas de su propio triunfo
hasta concluir en el estancamiento; al arribar a
esta etapa, todas las razas, por turno, se dispersan
por otros territorios
y
hasta, generalmente, buscan