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politico que le imponen los Incas. E ra la p er sonalidad anulada en -

provecho de la sociedad.

Chocante impresi6n

y

desdeiioso concepto debi6 suscitar tal es–

tado de cosas. El Estado paternal o tutelar que subsistia encum–

brado en el Peru era una oposici6n a la emancipaci6n de las Comu–

nas que habian dejado su huella

y

te.nido sus transcendentales re–

sultados.

De alli tambi en la nota predominante de la conquista, el in–

vencible desprecio por el pueblo conquistado,

y

el inevitable carac–

ter de la mayor p arte de las Cr 6nicas de la epoca. Los cronistas de–

bieron sentirse tambien identificado con ese caracter general d e la

sociedad espafiola .

P or eso es que solo Garcilaso, el cronista-poeta, hijo de fiusta

y

espaiiol, aunando en si mismo los car acteres de, ambas razas, here–

dero de un abolengo indigena, duefi.o de ricas tradiciones, aunque

educado en la cultura espafiola, amante de su patria

y

de su es-tir–

p e, fue el que mas se preocup6 de estudiar los restos de la pasada

civilizaci6n de sus abuelos maternos. E s el -tmico entre los cronistas

que usando de metodo habla de la poesia, de la miisica

y

de la cien–

cia de los I ncas. Por e o las Cr6nicas de los indios Salcamayhua

y

Guaman Poma son tambien Ia Qne traen mayores datos sobre la

poesia aborigen.

No quer emos decir con esto que la obra de los cronistas sea nu–

la o despr eciable, solamente queremos decir que, por las razones

apuntadas, no lleg6 a ser tan completa como pudo y debi6 ser. Qu<"–

remos decir que existiendo, probablemente, entonces un caudal de

elementos artisticos

y

una verdadera literatura, nadie se preocup6

de estudiarla., de recogerla, de r e,unirla

y

conservarla. La prueba la

tenemos e.n el Ollanta. Son varios los cronistas que nos hablan del

teatro

y

de representaciones indigenas. P ero no e por ello

que

con-ocemos el gran drama enunciado. Es en la Rep-l1blica que gra–

cias al laborioso trabajo de un investigador, llegamos a conocerlo.

El Virreinato habia prohibido toda representaci6n teatral indi–

gena.

Esto ha ocurrido con otros generos. P or eso Markham pudo co–

piar de un manuscrito posterior, oculto, varios cantares

y

el Ollanta

Segfln el lo dice,-(pag. 127 de

SU

ob. cit. ) de "un libro de antiguos

cantares quechnas" de propiedad del sacerdote Dr. Pablo Justi–

uiani.

Fuera de Molina, Santa Cruz P achacuti, Montesinos, Morua

y

Garcila o, lo que se encuentra en los cronistas son r efere.ncias, alu-