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creencias, de las tradiciones
y
los ritos, la modificacion de las cos–
tum.bres autoctonas
y
la conversion, a todo trance, de los naturales
al catolicismo.
En total, un despojo mate.rial
y
espiritual a que se sometia a
la raza vencida. Si, un verdadero, largo
y
sistematico despojo, en
· que los tesoros materiales les fueron arrebatados avara
y
desembo–
zadamente; y
~n
que los tesoros espirituales, los magnificos, fulicos e
invalorables tesoros espirituales; naufragaron en la borrasca de la
conquista destructora.
El proposito de los militares fue dominar
y
arrancar teso·
ros; el de los clerigos, catequizar, '' extirpar la idolatria ", destruir
lo existente para implantar los Evangelios; el de los legistas,
infor–
rnar
de todo lo necesario al buen gobierno de los Virreyes y el me–
jor rendimiento de los tributos. Algunos cronistas, los menos,–
Acosta, Cobo, por ejemplo,-guiados quiza por el deseo de servir
mejor a
SU
patria, solo Se preocuparon de describir el pais, minucio–
samente, en su aspecto fisico, en su fauna
y
en su flora.
Asi la historia del antiguo P eru quedaba circunscrita a la
apuntacion de hechos militares, a anotaciones de orden administra–
tivo, a estudios geografico-descriptivos
y
a meras referencias en lo
que respecta a lo cultural.
Razon poderosa fue tambien para el desprecio de las culturas
de America la enorme diferencia, la diametral oposicion entre el ca–
racter sicosociologico de la civilizacion espafiola y el de la civiliza–
cion peruana.
Los hombres de la Espana del sigk> XVI eran todavia la pro–
longacion del tipo medioeval, imbuidos del ideal caballeresco; cada
uno era el guerrero audaz y valeroso, que se empefia en dificiles em–
pre as y desafia los peligros; que si reverencia a su Dios, obedece
a u rey y se inclina ante su dama, tiene el mas alto concepto de la
personalidad, alienta el orgullo, se siente imperativo y vive gozoso
de la libertad de su
yo.
Era una civilizacion esencialmente
indivi–
d11alista,
n .que por todos fos medios se propendia a la exaltacion
de las cualidades personales.
Frente a esta nota individualista de la sociedad espa:fiola, apa–
rece, como una antitesis, extrafia, baja, absurda, la correspondien–
te de las poblaciones peruanas, con su organizacion colectivista, con
la preponderancia del grupo o del Estado paternal, en que el incli–
viduo, se dirfa., no existe; esta perdido, ahogado o confundido en
la masa.
El
mitimae
no es sino una particula del gran todo. Sometido
primero arrancado de su provincia luego, acepta sumiso el yugo