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ci6n''; pero esta es una cuesti6n historica que no nos corresponde
examinar.
Blas Valera para escribir su obra habia bebido en fuentes ori–
ginales : el archivo quipugrafico de Juan Collque, pr oveniente de
diferentes regiones del Peru; las relaciones de Luis Inca; las de
Sebastian Nina Uilca; las de Diego Roca Inca; las de Franci;;co
Chavez, amigo de Tito Arauchi; las de Ludovico Alvarez ;
y
en la
''Apologia Pro-Indis'' del Licenciado Falcon; todas perdidas.
Poquisimas informaciones se encuentran en otros cronistas los
que, a lo mas, repiten lo dicho por los aqui examinados, o si son pri–
mario no han ahon dado en el aspecto cultural del pais.-Jerez,
aunque manifiesta su admiraci6n por las obras de arte incaicas que
ve. es ante todo un historiador de la conquista. Zarate, aunque es–
cribe una historia general
y
se ocupa de las costumbres de los habi –
tantes. no avanza mucho: '' ignora el quechua
y
es muy superfi–
cial". dice Baudin (1 ) . Herrera merece de Bauclin el calificativo de
compilador; pues, segun el solo '' plagia a us antecesores descara–
damente". Oviedo
y
Valdez, "escritor capaz
y
conciensudo", "no
separ a siempre con cuidaclo lo verdadero de lo falso en los relatos
que le son proporcionaclos (no e tuvo en el P eru),
y
acumula las
obser vaciones sin clasificarlas ". El Padre Ore, posterior a los ante–
teriores, trae algunas plegarias J
?l.UYsemejantes a las que nos ha
conservado Molina,
y
algunos cantos, mezcla de quichua
y
espafiol, de
autenticidad dudosa, pues su
Sim,bolo Cat6lico I ndiana
fue escrito
para evangelizaclores
y
solo con tal objeto el autor tradujo al qui–
chua muchas oraciones
y
canticos de la iglesia cristiana.-Otras
cr6ni cas se han perdiclo, no existen en nuest ras bibliotecas o son de
menor importancia para nuestro estudio.
c) Caracter
y
valor de las cronicas
R emos escuchado el testimonio de mas de veinte cronistas, mas
de veinte informaciones, la mayor parte recogidas de modo dir ec–
to, de los propios nativos. En ningun procedimiento se exige la
concurrencia de numero tan crecido de testigos para acreditar un
hecho. Su concordancia, la igualdad de. sus acertos en muchos ca-
os,
y
la calidad de los informantes presentados, deja plenamente
demostrada la veracidad de nuestra causa.
(1) Ob.
cit.