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Sensible si es, ciertamente, quE't los historiadores de Indias no
nos hayan dejado un cuadro mas completo de las culturas aborige–
nas de America. Testigos oculares eomo fueron, frescas aun o pre–
sentes las diversas manifE>staciones del alma de estos pueblos, pal–
pables los caudale.s de arte de esa raza creadora; pudieron recoger
_ intacta y total toda la florescencia espiritual de los antiguos perua–
nos. Pero no nos debe sorprender, sin embargo, que no lo hubieran
hecho en la medida y eficacia deseables. En Espana, la Historia
en el siglo XVI estaba apenas naciente. Ningun sentido critico,
ningiln espfritu cientifico o de observaci6n met6dica ex:istia. Los
historiado~es
de ese tiempo '' aun merecen, como los de la Edad
Media, nombre de cronista ".
(1).
La Historia, que nace propia–
mente con el P. Mariana, es, ante todo, una obra de arte
y
no una
obra de investigaci6n erudita ni tampoco de critica. Ademas, la mi–
ra del P. Mariana fue "ofrecer a los espafioles es espejo de su pa–
sado, para formar lo que ahora decimos su
conciencia nacio-
11
al."
(2)
En el pe1·iodo hist6rico en que se verifica la conquista de Ame–
rica, los pueblos modernos de Europa estaban en plena formaci6n:
consolidaci6n politica
y
robustecimiento de esa naciente
conciencia
nacional.
A mas, pues, de no haber alcanzado todavia el rol que el
moderno concepto le sefiala a la Historia, la mentalidad hispana
estaba harto preocupada en la elaboraci6n de la suya propia. Con
intuici6n del verdadero sentido, se afanaba en la busqueda de los
nuevos sE>nderos que habian de darle lucimiento y nivelarla con
otras indagaciones de su genera. La Historia, como ciencia de inves–
tigaci6n, se encontraba, en Espafia, en la primera etapa de su E>,vo–
luci6n, pugnando por definirse.
Por otra parte, la historia, ademas, cumplia el objetivo de
su antiguo caracter: era una escuela de patriotismo. De ahi que se
la destinara a narrar principalmente los hechos de armas, el aspec·
to militar y politico de los acontecimientos: urgia exaltar el alma
nacional, exaltar las cualidades de la raza (hispana), sublimando
el valor colindante con el heroismo, la suprema virtud de muchas
edades.
En ese ambiente
~
que historiador se hubiera dedicado entera·
mentE>; a escudrifiar el pasado cultural de un pueblo
ignoto,
perdi–
do u oculto en la lejania de un continente de.sconocido; de un pue·
blo desvinculado totalmente del resto del mundo, calificado
a
priori
de salvaje; a cuyos hombres se les tE>nia en mucho menos Y
a cerca de los cuales se discutia, entre los te6logos, si tendrian al-
(1) Salcedo Ruiz.-Historia de la Literatura espa:iiola, t. II, pag. 453.
(2) Salcedo Ruiz.-idem, idem.