y
abusos que en non1bre de ella ·se con1etieron en
estas tierras.
f'ué la a va ricia
y
la codicia de
n1u -
chos aventureros que
se sirvieron de
la bond·Rd
de
la
tnadre
para vitrio1arle, con .sus excesos
y
cruel–
dades,
la serenidad
y
her111osura
de su
rostro.
_A.si,
por ejen1p1o,
las
crueldades horribles
qne,
algu
noshistoriadores, atribuyen haber cornetid
l
. con
los pobres indios aquel desgraciado Virrey
Toledo que cortójla cabeza del noble
1\1pac-.A.rnn–
ru,
el ultin10
inca
de la
gloriosa
dinast1a
del i1npe–
rio del _Sol, fueron reprobados por
l~'elipe
II, quien
le dijo
al recibirlo en
las
cortes: ' 'no os envia1nos
al f>erú a
1natar reves sino
a
servirlos" no obstan–
te de las
sabias
or(Jenanzas qne
dió
al Virreinato
y
que
justan1ente n1ereció
el
,.notnbre
de
S'oion ·
Peruano.
A.de111ás, en confirmación
·ae
lo que decimos,
podríamos citar, corno valioso rlocumento en Cle–
fensa
de España, el
tec;;ta1nen
to
de aquel co nqu1s–
tador,
Mancio
Sierra de
I.o1cgu1zan10,
extendido
en el Cuzco, e] 18 de
Setiembr~
de
1689
y
que pneª
de consultarse en la importantísirn:t obrA de Cle–
n1ente
I~.
'Markhan1.
·'Los Incas riel
l)crtí.,
V
oon-
_,
de el testador dando cuenta a Felipe II de
los
abu–
sos con1etidos con los pobres
indios
dice:
"llahien–
rlo venido este reino
a.
tal rotúra, en ofensa de Dios,
entre -los naturales
por
el
111al
ejemplo que les ha-
be111os
dado
en torl.o''.
·
Analizadas a
la 1u% de
un
criterio
sHno
y
de
una
crítica
i
n1pa
rci~l,
¿quién pocl r1a pone r en duda la
1
. ,.
d
.
1 H
,.
C
"'
1
bº
e evac1on
e m1ras e e
ernan
orte~
y
1a no 1eza
de altna de un Pedro de Valdivia?
Sin
ernbarg~,
entre los.
indios
e~l
non1bre
de Es–
paña era
odioso, porque estaban fresco" en sus re–
cuerdos, la n1en1oria
desYent u. rad a
de
Átuhuallpa,
I