,
'
I)ablo, que
después
del Ca1 vario , no
hay
di visión
de rastas, ni de fa1nilias, ni de
pueblos~
ni de razas,
si no
que
todos
forn1
amos la
gran
f0-n1ili'a
de
la
hu–
r11
a ni d ad, regenera
c1
a con la sangre de C r is
eo
en ia.
Cruz, forn1arnos un
solo
ejército
que
lucha
por un
mis
1
no
fi
n ,
eo n un
so
1o capitán
Jesús,
co u .una
sola divisa, la Cruz.
·
Y no dejan de
carecer de significado
lo~
perso- ,
n aj es de estas a par
i
e
iones, En
1os
pu
eb1os a
tn
e.r
i–
canos las razas
indíginas y
española
s~
odiaban a
1nuerte.
·
C'onq uistadora la ·una, en
no1nbre
de · Ja
civi.
11zación,
se había adueñarlo de las tierras de Amé–
rica,
despojando
de
sus
1egíti111os
derech,os
a
los
que
desde
s1glos
de siglos
·eran
sus legítimo_s poseedo- ·
•
I
•
res.
Conquistados
y
hu tnillados los otros, '.
redtlci–
dos
a la
condición
de ese
la
vos
en su propia
casa,
tenía necesarinn1ente qt1e existir
y
bullir
en el
fon•
do des-u
ser un
ódio
feroz; inn1enso
co1110
sus sel–
vas. profundo co
tno
sus q nehracJ üs,
sanguinario
con1ó
sus
sacrificios;
ódio que se·
áumentaba
con
la
desigualdad de n1edios para luchár,
con
el
rechinar
<le sus gril1os
y ca(lenas.
· ·
I~n
el
imperio
forn11da b1e
de lo s
Incas,
nJás
que
en ninguna
otra
parte
del
C~ontinente
de Colón,
fueron c.rueles
las huellas
prin1era~
de
la
conquista.
"Crímen
del
tie1n
po
fué.
inás
no
de
España", can-
tó
el
poeta
y
tuvo
razón.
·
No
fué
I~sp:=tña.
la
n1adre
grande
y generosa,
qne
como el ave de la
leyenda,
se
desgarró el
cora–
zazón para alimentar a Jos
pueblos
de este lado
de los rnares; aq
uel1a, "cuyo vientre
1na
ternal
dió
tan copiosos frutos que a no ensanchar sus lí1nites
el planeta
no
cabría en
el
toda
SU .
fraza";
tnil veces nó: no f-ué elia la culpable
de
los
'
I
•
1