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JOA.QUXN V.

GONZAL.EZ

canoon, vaya siendo mas dolorida

y

sollozante;

y

se

ha

visto alguna vez un cantor que, en medio de

su trova,

la.

suspendia para sentarse a llorar deses–

perado; preguntadle

por

que: el no lo sabe, pero

siente ansias de llorar; asoman Las lagrimas

y

co–

rren por la mejilla tostada ahogando la voz robus–

ta.

Por eso cuando

empieza

la extrafia serenata,

he–

be

con desenfreno

el

fermentado llqui<lo de la ve–

lad.a, porque la musica despierta los sentimientos

dormidos que asoman con llanto

y

le incitan a

la

embriaguez.

Un poeta nacional ha sentido estos dolores

in–

timos del coraz6n argentino,

y

ha dado

en

versos

de fuego la causa general de esta ansia fobril

de

embriagar los sentidos, que devora a nuestros gau–

chos:

Bebo porque

en

el fondo de'

mi

mismo

Tengo algo que matar o adormecer:

(1)

y

es ese algo desconocido, no analizado, lo que por

si

solo llevaria al fil6snfo a descubrimientos sor–

prendentes. Pero analizarlo es per derse en una no–

che sin estrellas, internarse en una gruta sin fondo .

;_ Quien podria encontrar la entrada misteriosa de

aquel mundo que s6lo en rugidos de coraje, en la–

mentos de pena, o en cantos baquicos se

manific~ta,

y se llama el alma del gaucho? ;. Que disector mara–

viUoso podria percibir las fibras que llevan a aquel

obscuro laberinto donde tan raros fen6menos se

presienten? No; no turbemos su quietud y su

in–

consciente dolor, y oigamos en las noche s de luna.

(1)

Joaqufn Castellanos:

"El

borracbo".