:MIS :MONTARAS
con los ojos cerrados, medio adormecidos, la anno–
nia errante de su vidalita desgarradora, perdida en
los senos ignotos de _ las
m@ntafi.as; contemplemos la
obra,
sin
estudiar al artista; dejemos
al
fil6sofo in–
vestigando
la
'fuente miste;riosa de esas
lacrimae re–
rum,
y
sigamos con
el
poeta m1estra peregrinaci6n
por los reinos
de
la
belleza.
Tiempo
hay
en la vida
para acariciar
las ideas
qoe nos hacen sufrir. . . Pa–
-semos, pues.