EL HUACO
El paisaje.-El negro esclavo.-Las novenas
de
San Isid>t"O.
E11cenas y recuerdos de infancia.
Sali de aquel valle delicioso para volver a su–
mergirme en las hondas cortaduras de la sierra.
siguiendo
el
tortuoso camino que conduce a] Huaco.
LJevaba un cumulo de imp.Fesiones, melanc6licas las
unas y saturadas de duke poesia, pintorescas y ale–
ves las otras que continuaban sonriendo en mi me–
moria. Un torrente nacido en cima ignorada,
S ('
cruza muchas veces bajo nuestros pases, como una
'serpiente domestica que retozara al tibio sol del in–
vierno. Rectas son ya las paredes del granito
y
su
a]tura y proximidad no dejan penetrar en el fondo
sino los rayos del sol en el cenit. Gustavo Dore
le~
ha retratado de mano maestra : se cree a cada me–
mento encontrar el gigante
que
entre sus manos
nervudas nos va a levantar a las cumbres donde
brilla la luz plena. Para verlas, hay que m.irar al
punto mas alto d.fil cielo. Diriase que caminamos ha–
jo una inmensa
y
maciza bOveda, cuyos ·arcos
no
hubieran todavia alcanzado a unirse
en.
el
pl!lltO
cc!n–
trico, y donde la
VCl>Z
-aprisionada se repite y se re–
fle-ja sia encoatnr salida. Mirand0
hacia las
pun-