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JOAQUIN ..,,

~NZ.ALU

-"1

Abran campo

y

anchura

para quc pasc

la

hermosura

!"

Y alH son l-0s apretones, los estrujamientos, los

abrazos con todo el cuerpo, las palabras Iibres, los

carifios sin reparo

y

las coronas de sauce echadas

al cuello de las valientes amazonas. Cada rasgo de

esa especie les vale gran prestigio

y

celebridad,

y

los vivas estruendosos aumentan el infernal bulli–

cio de Ja muchedumbre endemoniada, tanto mas

Sa–

lida de j uicio cuanto mas se agita

y

entusiasma con

las carreras y el olor a la p6lvora de los cohetes,

que los envuelve en una espesa nube de humo.

Casi siempre las paseos a ca.hallo concluyen en

un gran baile en casa de alguna senorona con ni–

iias ; la comparsa se desmonta,

y

asi, con las ropas

blanqueadas de almidon

y

las caras como de paya–

sos,

1

0

como de peones de molino, adornados con

las £lores

y

con las cintas obtenidas en las luchas

galantes del dla, calzados los hombres con botas

y

espuelas, comienza la danza con un encarniza–

miento que no se para en limites. Las parejas se

prenden una vez para no separarse, porque son

amores viejos, retraidos par las consideraciones so–

ciales, que encuentran en el carnaval licencioso una

libertad casi absoluta. Tambien no es para menos

el haber vivido un afio entero, viendose de tarde en

tarde, a hurtadillas,

y

asomandose por el Cereo del

fondo que da a la huerta o al camino publico. Asi,

no es extrafio que se estrechen con fruici6n, que

bailen toda la tarde

y

la noche, que no se suclten '

las manos, que se distraigan a veces, se prendan

flares en el pecbo

y

se aproximen las caras al am–

paro de la confusion

y

del desorden ; de todos m!D'–

dos la madre no puede protestar, porque

tambicn