MIS
MONTA~AS
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y
se cubre de verdes capas de Merbas espon·
taneas; los senderos que unen las viviendas se–
llenan de _arbustos,
y
ni una sombra se cruza
por la desierta plaza. Solo ha. quedado alguna
vez un anciano, impedido por la ·edad o los a.cha -
ques de seguir la expedici6n de sus vecinos, o
el
propietario relativamente rico, quie no neoo–
sita de aquel sacrificio, porque ha
forma.dosu
huerta
y
tiene a 'espaldas d·e la. casa, s ·embrados.
y
arboles .drutales que lie aseguran
susten.toy
holganza; pero ha edi£icado su mora,da lejo5 del
nuc1eo indigena,
y
muchas veces no sabie que •en
el
centro de la rancheria si1enciosa, como una
momia insepulta en un pueblo destruido. vive 1el
viejo centenario, sin poder asomarse siaui·era a
divisar los remolinos del polvo, o ·el nublado
1es–
peso
y
amenazante que asoma. tras las cumhl'les..
Los sapos que habifan el pozo entonan con
voz plena sus recitados solemnes, como rezos
oidos bajo las bovedas de una ca.tacumha; los.
cuervos atraidos por los despojos de los ausien–
tes, graznan en ooro sobre el techo mismo del<
rancho, oliendo a cadaver; los
chilicotes,
o gri–
Uos. salpican el s-ilencio con sus gritos come>
ruidos de espuelas : las 1echuzas llaman a los.
muertos, paradas sobre las cruces del oemen–
terio contiguo a la iglesia, o vienen a anunciar
al viejo abandonado su
cerca.namuerte; la s ·er–
piente de cascabel, •enroscada en el tronco del
arbol que
~Oh
br ea el techo de la choza, o acu,-·
rrucada
< .
g<;echo entl'le los intersticios del mu–
ro
de ramas, agita los a.nillos de
la
cola, hasta.
hacerles producir •ese
soni~o
que horroriza
y
estremeoe; :el
ucutalco,
de color invisib1e
y
~