M:IS MONTARAS
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nerse el astro de la patria. Entonces se daba la voz
de marcha y de vuelta a la escuela, donde el maes–
tFo nos obsequiaba con chocolate, o cuando los
tiempos eran malos, nos enviaba a tomarlo en nues–
tras casas y a descansar hasta la hora de las fies–
tas escolares y de la despedida del sol, que se hacia
repitiendo
el
canto y las descargas.
t
Que
hermo3a
era
la fatiga de aquel dia
! N
uestros padres no po–
dian conseguir que cambiasemos de ropa; queda–
urns seguir vestidos de Mayo los tres dfas que du–
raban en las casas, en los ranchos, y en los ctrboI{s
las banderas de ia fiesta, flotando incesantemente
~omo
bandadas de aves
azules que
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la
villa,