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lLIS KONTA8'AS

us

alto donde se conserva para el invierno; otra que–

da en tinajas de barro enterradas en el suelo, para

el consumo diario ; se enciende de nuevo los fogo–

nes, se pueblan de aves domesticas las arboles ca–

seros, extiendense las sagas para asolear la carne

de las huanacos cazados en el campo y obtener el

charqui tradicional; atase en manojos las plumas de

avestruz, que cazaron gracias a la ligereza de •los

galgos, para venderlas despues en la villa; y par

fin sale todo el producto de aquella expedici6n fruc–

tifera a f<1rmar el capital del afio. El pueblo toma

a su ser pasado,

y

toda la comarca siente el benefi–

cio de la cosecha, por el comercio redproco de sus

habitantes.

Ya estan todos instalados

y

empieza

la

vida nue–

va ; en todos las pueblos del valle-la vida aristo–

cratica inclusive-se oyen los rumores del carnaval,

que llega saltando de contenio a derrocharlo todo

y

a enk>quecer a las gentes ; se invitan hombres

y

mujeres a formar comparsas,

y

se aprende versos

decidores para

Ia

vidalita chayera; las paisanos

atusan el caballo querido y lo cuidan en el corral

de la casa, unos dias antes; las muchachas del pue–

blo almidonan sus ropas, orean sus mantos

y

tra–

jes guardados,

y

visitan el jardin donde las alba–

hacas echan

SUS

hojas· aromaticas; las cantores

CO–

nocidos estan preparados con coplas ineditas

y

tambores reforzados; debajo de las higueras, las

naranjos o las parrones, ya esta repleto el noque

<le la aloja espumante con que se liba al Baco man–

t afies durante las fiestas anuales. Sin ella no

hay

oJegria ni cantos, ni reuniones ; es la vida de

)a

chaya; es la fiesta misma, porque enciende las

co–

razones, despierta las gi-acias

y

el

entusiasmo, dB