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JOAQUIN V. GONZAI,U
ligereza a los cuerpos, a!egria inusitada a los es–
piritus y alas a la musa de los poetas criollos, para
improvisar y modular canciones que sacan de qui–
cio a los caracteres mas torvos
y
hurafios.
Tambien en todas las ventas de la villa y puebli–
tos rircunvecinos, se ve grandes acopios de almid6n
perfumado con clavo d€ olor, en cartuchos de pa–
pel cuidadosamente envueltos ; es el otro distintivo·
del carnaval de mi tierra. Hombres
y
mujeres, pro–
vistos de esos paquetes, se toman la libertad de
arrojarse a la cara el contenido, o bien de vaciarlo–
sobre la cabeza para que corra vor
el
cuerpo, blan–
queandolo por entero ; y no habr ia palabras para
pintar el intimo contento que embarga a aquellos–
paisanos ·al verse cubiertos de poivo blauco por la
mano delicada de la chinita embestidora, que no–
abandona la presa hasta que ha logrado refregarle
la
cara
y
cegarle los ojos, dejandola convertida en·
una mascara. I Y cuidado con limpiarse el rostr(),.
porque es
el
honor del juego mostrarse todo
el
dia·
y
en todas partes con ese disfraz curiosisimo, que–
atestigua sus batallas con las mozas del lugar
!
Se
tr aban verdaderos combates a almid6n, mientras se
balancea una habanera, o se brinca una polca, lo
mismo en el cuarto estrecho de la pulperia, que en
el
ba ile armado debajo de un arbol. .
Las comparsas a caballo se cruzan por las calles–
y
rec
)rren los lugares a gran galope, deteniend0se
en t..,,·d as las casas donde se Jes espera en son <le
guerra a resistir el formidable ataque. Una lluvia
de almidon bafia a los combatientes de uno y otro
bando durante algunos mementos, hasta que vie–
nen las paces, las dukes paces selladas con vaso !!.
de aloja con que la duefia de casa invita a los visi-