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XIII
LA TRILLA.-LOS NOVIOS
Pero volvamos a Ios recuerdos de color sonrosa–
do, que tienen el encanto del alba
y
las gracias de
. Ia nifiez; dejemos a los muertos dormir tranquilos
en sus fosas, guardando esa obscura filosofia con
la coal no quiero nublar estas paginas. Todavia re–
suenan a lo lejos voces de jubilo y estrepito de
fiesta; la cosecha no ha terminado,
y
pintorescas
escenas se suceden
am
donde las parvas de trigo,
.a distancia semejantes a piramides de oro, esperan
la
trilla. Los hombres de a caballo conducen por
los largos callejones de la hacienda la tropa de
mulas briosas e ind6mitas, impelidas por Ios gol-
' pes de la azotera sobre el duro guardamonte, abier–
to en dos alas sobre la cabecera de la montura;
llegan al cerco de palos atravesados que rodea la
parva, se agolpan para entrar todas a un tiempo
por Ia pequefia puerta, asustadas de los gritos de
los peones, que agitando sus ponchos
y
corriendo a
todos -lados les impiden la fuga.
La
pista esta alfombrada de e§pigas, porque de
lo alto de la parva las echan con la ayuda de rus–
ticos tridentes formados de la rama de un arbol.
EI picador azuza a la tropa con golpes de guarda-
·monte y gritos estent6reos, obligandola a dar vuel–
· tas
en torno de la parva, arrojando bufidos como