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MONTA~AS
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-
Es siempre
el
mismo gaucho nacional, suscepti-
ble de lo hello y de lo grande ; hay en sus amores
purezas infantiles dignas del idilio, respetos del
caballero medioeval, que desnuda la espada
y
pro–
voca a duelo al osado insultador de la duefia
y
de
la
honra. Los desdenes del amor le acibaran la vida
y
enervan
el
vigor nativo, convirtiendolo en d6cil
instrumento de sus sensaciones dolorosas ; pero
el
rival le trueca
en
heroe, y despertando los instintos
nobles,
y
no
es
ya el duke. cantar la voz
d~
sus
suefios, sino el ragido ahogado en
el
pecho
eI
que
expresa la sublevaci6n de las pasiones que hacen
chispear las pupilas y armar el brazo.
Su
alma es
como el
arbol
en cuyo tronco vive el enjambre ela–
borando su
miel
y
susurrando como cuerdas de ar–
pas invisibles; pero el leiiador ha dado
el
golpe for–
midable,
y
entonces la rnultitud de estos obreros
que trabajan cantando, surge furios;i y armada de
terribles puas contra
el
que viene
a
amenaur
la
paz
d~I
taller
y
la vivienda.