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MIS MONTA.:RAS
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No saben listedes lo que es esto
J
I Alegrense
ustedes como yo
I
i
La patria ya es libre
I
1.Haes–
tallado la revoluci6n
I
i
Viva la patria
!
i
Viva
la
pa–
tria
!
Y volviendo de nuevo a su paroxismo, corria gl'i–
tando cual si quisiese despertar a los muertos, como
buscando un pueblo que repitiera sus aclamaciones,
-coma
pretendiendo conmover las rocas inm6viles.
El viento tronaba con furia, rugia como un tigre al
chocar con los arbole.s seculares : y
el
primer grito
de
"i
viva la patria
!"
que oyeron los Andes, se ale–
j6 por aquellas tinieblas, en medio del fragor pavo–
roso del vendaval, vibrando con profetica conmo–
ci6n por· encima de las cuqibres eternas.
Era lo que esperaba en sus alucinaciones ; era lo
que envolvia en sombras su
espiri~u
desde mucho
tiempo; era lo que le agitaba sin tregua y lo que
providencialmente guiaba sus pasos hacia la ciudad.
Cayo rendido sobre la cama, y durante el suefio se
le oian palabras incoherentes, gritos de entusiasmo,
risas de una alegria neur6tica, movimientos brus–
cos como si hablara en una tribuna, como si mar–
chase a la cabeza de una multitud pidiendo liber–
tades, como si asistiese a una batalla al frente de
~ma
legion de heroes. El estruendo de la tempestad
que pareda desencajar las moles de granito, ame–
nazando arrebatarlas en sus torbellinos incendiados
por el relampago, resonaba en su cerebra
coma
el
de las multitudes amotinadas para derribar
el
trono
dominador de la America; y as! pas6 aquella noche,
hasta que
el
siguiente sol aplac6 con sus primeras
claridades
el
furor de los vientos desencadenados.
Corrio a
la
ciudad a poner la vida
aI
servitj.o de
la
causa nacional, y desde entonccs su
cuerpo
no