Table of Contents Table of Contents
Previous Page  109 / 248 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 109 / 248 Next Page
Page Background

MIS MONTAl"tAS

105<

.dria descubrirnos, si el gigante fabuloso creado por,

nuestra fantasia estaba despierto o dormido.

Era yo entonces un motico de siete afios, y an–

daba ardiendo en amoroso fuego par una de mis–

primas, quien, segnn mis recuerdos, me daba a . creer

que me correspondia; no nos separabamos nunca en

las horas del recreo, y vagabundaje por los huertos,

y

sentia coma rafagas de gloria cuando le entrega–

ba nidos

y

ramos de £lores, o cuando trepandome·

sobre un manzano, un naranjo o una parra enca–

ramada sabre un durazno corpulento, podia tirarle

desde arriba o traerle con mis propias manos, la

fru-

ta

o el racimo codiciados.

'

N

uestras familias fueron una tarde a casa de};

anciano,

y

mientras hacian su visita, mi prima

y

yo

nos escapamos a la huerta a nuestras habituales–

correrias. HalJ..abame colgado de una gruesa viga

del~

parr6n, forcejeando por arrancar un apretado raci–

mo con el cual se habia encaprichado mi primita,

que enfrente de

mi

observaba la operaci6n con ojos–

de deseo, cuando sentimos caer a nuestros pies el·

bast6n de membrillo del abuelito, quien con todo–

silencio nos venia

atisbap.do

y

poniendonos al al–

cance del garrotazo. Oimos un grito cascado

y

ron–

co, que nos pareci6 el rugido de una fiera, y co–

rrimos despavoridos, cayendo y levantando, hasta

las faldas de nuestras mamas, que apenas pudieron

contener la risa al saber la causa de nuestro es–

panto.

El anciano tenia

la

grave ocupaci6n de cuidar sus

arboles, y en la epoca de la poda, veiasele con la

tijera, c:ortando los sarmientos

y

los gajos arras–

trados par el suelo ; sus leyes eran crueles y las

pena~

t.erribles para los v\oladores;

y

para darles

et