XI
EL CORONEL DON NICOLAS DAVILA
Todo esto lo sabe el veterano que vigila aun, des–
<le su humilde huerto, la paz de sus hijos, hi.ace
e~fuerzos
para vivir y trasmontar la valla del siglo
que se acerca, con aquella fortaleza de animo que
fue la virtud de su generaci6n, con aquella expe–
riencia de la vida que adquiri6 en luchas incesantes
y
en sufrimientos infinitos. Era
el
patriarca que go–
b<::rnaba la grey con el derecho innegable de la san–
gre,
y
con el poder temido de un caricter que no
doblaron jamis los reyes, ni los despotas de cuchi–
llo, ya se llamaran Fernando VII,
ya
Facundo Qui–
roga.
Duro, inflexible y aspero como las montaiias que
le vieron nacer, tenia tambicn su espiritu las ter–
nuras, las suavidades y las dukes conmociones de
una naturaleza delicada y poetica. Fue el nervio del
nunicipio riojano cuando el cabildo regia la ciudad
y
sus lejanos terminos, acaudillando el sentimiento
de libertad cuando naci6 al influjo de la revoluci6n;
fue guerrero cuando se le mand6 traspasar los
An–
des ; foe estadista cuando hubo de regirse el pueblo
por si mismo ; y foe martir cuando la barbarie crio–
Ua levant6 lanzas y sables, para devastar y ahogar
en embrion la obra de la Independencia. Muchas ve-