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-69-

Y de poi• all í, de una cantinucha, saliole

aJ

encuen–

tro

un

grupo de compueblerinos, que había divisado al

viejo desde lejos. Eran inconfondibles su tacañería

y su

figura.

En

el grupo e taba Pepito, el sacristán de la pa–

rroquia,

que había cursado diplomacia,

sirvi endo

a

la

mesa de las visitas pa torale . Era mozo amigo

de hol–

garse a costa; y era él quien habfa aconsejado al corro

que detuviese

a

don Casimiro.

·

-Ahora lé sacamos al viejo

el secreto de l a pie–

dra imán. No hay que esc.;atimar el gasto. Hasta que el

viejo se emborrache. J?.orque entonces podemos

ir a de–

.i

arle a su

casa,

y,

en ú ltimo caso arranchar! e los re–

toños de

la piedra · án. Para eso el viejo vive solito.

iDe veras!

Porque a oír r énuevo

de la

piedra milagrera

los campesinos abrieron

tamaña boca.

-Buenas tardes, Don Casi.

- Buenas, buenas.

-Hemos de tomar un trago, para evitar

el mal

viento del paso

del puente.

-Gracias, gracias, señores.

y

el viejo sonreía a los invitantes con

su desva–

hida sonrisa de bonachón, "que tenía mucho de un r é–

lincb.o moderado" , como decía la bribona h ermana menor

del Señor Cura. ·

*

*

*