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Niña mía
de mi alma
del cQrazón.
Aún cuando no
soy
ningún gramatical, oso di–
rigir esta ]Jresente carta,
para que
~aiga
en seguida en
sus manos de angel.
Su fragancia Ós como la paloma que se J;lara en
la flor. . .
Pero no había podido pasar de allí.
- ¡Maldición! .
. Si la carta hubiera llegarlo a con–
cluírse,
de
otro modo habrían acontecido las e:orns . ...
¡Viejo endiablado! . .
. iAh,
la piedra imán! .
. ¡élla! é–
lla! le había de haber
embruja~fo
así el conocimiento.
Pero si el viejo
no había
aflojado
ni
el secreto,
ni
los críos
e la wieqra t alismán, mediante el a.guardien–
te, había que apel · al
huarlvuar.
Con
el t errib e bebedizo el
viejo declararía don–
de tenía la
lfisdrai
imán .
Para quitársela, así el
viejo se protegiese
dentro
del mismísimo retablo del Señor de Belén.
*
*
*
Bilico fue por el bebedizo.
Lo había ya preparado en otras ocasiones una mu–
jer de fama sospecho¡¡a, de
quien se
d~cía
que había ve–
nido
a
residir en
el pueblo, escapada de
la ciudad,
donde había cometido un crimen;
y
de quien se asegura–
ba asimismo que había tenido con Bilieo sus líos veoamí–
nosos, de vez en vez.