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el
esa parece."
-¿Y el diablo vive s19mpre allí, aún de
día?
pre–
g un ta bnrl onamente P aquito, d ejando adivinar no ob -
t.ante, cierto r emoto interé;; .
-Siemprn, r esponde la viej a.
·- Per0 uo lo ha1I visto tantas gentes que · van a
lavar en el pailón d e pi edra ele delante ne la gruta, ob–
jeta María Nube.
Y añade:
-En todo caso no se aµare Jerá a las personas que
sHven a Dios.
* *
Algunos días desp ués, María Nube lava en el pailón
de d elante de la caverna sospechosa,
el único lugar que
existe eu el pueblo para ese menester. Es ei silencio del
bochorno meridiano. Ni un alma en la sombría quebra–
da.
La doncella está d e espaldas a la "gruta de Judas"
pero la hace tornarse una tocecilla cascada.
Y en la oscura entrada de la hendidura de la peña
está una figura negra, de cabeza roja y mirada f ebril.
Acomete a la jo ;ren un pánico fulmin ante, y se le–
vanta tambaleando para fugar.
¡No, no!. ..yo soy de Dios, balbucea.
Pero una
voz
ahuecada, palabra por palabra, retum-
ba:
Yo soy ...el que babita...aqui.