EL Gf\GON
El pueblo estaba indignado.
Era lo vitando.
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Una tarquinada, pase; un amorío descaniado toda-
vía. iPero
incesto!. ...Era lo no vi to, lo in ufrible, lo
vitando. El
ue 1 e taba indignado.
y
e que él
ella, do hermanos gall ardos, jóve-
nes casadero , n
e habían casado ele de mucho tiempo
que hacía a la muerte ele su padres.
Al principio. fueron tomados por modelo de herma–
no . No se habían diviaido la herencia, con e cándalos
judiciales, ni habían abierto la casa paterna, para
re–
partirse las tejas, dejando que el rubor de
los muros
escuetos.
y
casi nuevos, se cubra con el manto
de la
cucurbitácea familiar.
-¡Que buenos hermanos! - Ella iba a misa de pre–
cepto, luciendo el
paño
má
fino del t elar de su herma–
no,
macOJnero,
y con finas botas de taco alto, al igual
de las más elegantes
bolsiconas
de la ciudad.
P ero un día fue el escándalo. Primero el rumor de
los malquerientes, que atisban, luego el siguo innegable
de la maternidad, paseado por el pueblo con la doble
precaución del rubor y del delito, y, por último, la im–
pudente policromía de los pañales de bayeta, que tre-