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Y luego baja m:tr
atrouaclores vivas c,1e
los coll–
cmTent es y los
ras, chis, pun
ele P aquito
1
que e:;tá alli
1
de zapato blanco, como apoder ado nato de
la civiliza–
(·i<'>1i.
El jolgorio
~e
1Jro1oitga hasta avanzada la noche.
-
o se vaya, dice u11a vieja , a
u11
chagra
que
pretende despedirse ya; porque tiene usted que
pa ar
por la gruta ele Judas
iy
a estas horas de
Ja noche!. ...
Como todo
sabeú la hi storia de la grnta de Ju–
das, naclie presta atención a la vieja. P ero é ta, púe -
ta en el despeñadero de
la. garrulería, no cesa ha!!ta
no agotar el último detalle ele una gro era superstición
puebleril.
A media
.i
;i.oc'b.~:
a la entrada de la gruta de Ju–
das, asoma el M
alo.
Su
pelaje es de mono negro,
y
Je
relucen los ojo_s, como u11 par de fogones. A su la<lo
aletea un ga)fo TOjo,
y
bailotean ¡pequeños danzante
1
con enormes cuerno. de cabro. Todo al
son del pífano
del Enemigo, que se oye en todas las casas, donde haya
alguna persona que se encuentre en estado de
peca.domortal.
Si alguno acierta a pasar por delante:
- No me trates ele señor;
trátame de amigo, dice
el Malo.
Entonces aparece un cabro de fuego, que, escu–
rriéndose por entre las piernas del transeunte,
oblígalo
a cabalgar sobre él, y se lo lleva..
A la madrugada, cuando cantan los ga.llos, pregun–
ta el Malo.
-¿Qué gallo canta?... (,gallo rojo, gallo
mejico
lgris]
o gallo blanco?...
Si qanta gallo blanco; es gallo de Dios,
y
la visión