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-40-

Y luego baja m:tr

atrouaclores vivas c,1e

los coll–

cmTent es y los

ras, chis, pun

ele P aquito

1

que e:;tá alli

1

de zapato blanco, como apoder ado nato de

la civiliza–

(·i<'>1i.

El jolgorio

~e

1Jro1oitga hasta avanzada la noche.

-

o se vaya, dice u11a vieja , a

u11

chagra

que

pretende despedirse ya; porque tiene usted que

pa ar

por la gruta ele Judas

iy

a estas horas de

Ja noche!. ...

Como todo

sabeú la hi storia de la grnta de Ju–

das, naclie presta atención a la vieja. P ero é ta, púe -

ta en el despeñadero de

la. garrulería, no cesa ha!!ta

no agotar el último detalle ele una gro era superstición

puebleril.

A media

.i

;i.oc

'b.~:

a la entrada de la gruta de Ju–

das, asoma el M

alo

.

Su

pelaje es de mono negro,

y

Je

relucen los ojo_s, como u11 par de fogones. A su la<lo

aletea un ga)fo TOjo,

y

bailotean ¡pequeños danzante

1

con enormes cuerno. de cabro. Todo al

son del pífano

del Enemigo, que se oye en todas las casas, donde haya

alguna persona que se encuentre en estado de

peca.do

mortal.

Si alguno acierta a pasar por delante:

- No me trates ele señor;

trátame de amigo, dice

el Malo.

Entonces aparece un cabro de fuego, que, escu–

rriéndose por entre las piernas del transeunte,

oblígalo

a cabalgar sobre él, y se lo lleva..

A la madrugada, cuando cantan los ga.llos, pregun–

ta el Malo.

-¿Qué gallo canta?... (,gallo rojo, gallo

mejico

lgris]

o gallo blanco?...

Si qanta gallo blanco; es gallo de Dios,

y

la visión