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-Porque sus novios les escriben cartas boni tas .
.
iQue digo! .
. Vaya
1
vaya, pues.
La muchacha
se tapó la cara.
Benjamín se
lanzó a su
p~queño
e critorio, y
sacó
de
allí
un papel, que estaba
cuidadosamente gnarda<lo.
Y
vino a sentar.
e
junto a Ro. alía.
-Ros!\lía, ¿te acuerdas lo que te dije cuando hice de
reto,
la
últimá ve't.? . . • yo también sé escribir cartas .
.
a
í,
a~í
. .
.
Y le leyó a
la muchacha una larga carta de amor,
concebida en términos apasionados,
pero
que no dejaball
de tener cierta elegante sobriedad. La carta concluía. "Nun–
ca temí por tu ám r. Tú naciste pata mí, como el camino
de mi
pueblo".
La muchacha
n.o dijo nada. Pere dejó que Benjamín
pusiera
la carta entre sus manos.
*
*
*
Ahora, en vaéaciones,
la
muchacha no sabía tom.:1.r u–
na aetitud. Parecía
fría
por temperamento. Pero se enor–
gullecía de Benjamín. Talvez hubiera reaccionado, si el gua–
po mozo hubiese puesto en ótra sus ojos. Jamás se le hubie–
se pasado por la mente no aceptarle por esposo, hasta con
egoísta complacencia.
Rosalía
gustaba, como antes éle estar cerca d«3 Benja–
mín;
pero ahora
como las conveniéncia11 de muchacha e–
ducada en
un
centro
religioso
le
daban
a
enten–
der.