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de
tu
tío
Vicente.
-¿Entonces no somos
bien
hermano
?
-No. Porque
los
primos se pueden casar.
- ¿Cómo?
-Porque los primos pueden ser marido y muJer.
L a muchacha rió candorosamente, y dij o, señalando con
el dedo a Benjamín.
-iYo
no creo!
-¡Negrita!
L a muchacha se
levantó. Benjamín
la rf\tuvo por
la
falda.
-
¡Déjame! He de avisar a
la señorita (a la maes-
tr a).
Y
se fue
rese~1tida.
De un pono le·
, le hizo el dengue escolar quti
indi–
caba que
le dejab
c
éil
tantas narices.
- ¡Cholo bnto1
*:;:
*
Benjamín y Rosalía vrn1eron a pasar
vacacione
en
el pueblo. E ll a había ya terminado sus estudios en un colegio
de monj as , en la ciudad. Llegaba a los diez y siete años.
Durante el año se habían visto en Cuenca
repeti–
das
veces. Cuando la muchacha
tenía salida del colegio.
Porque Nieves,
la madre de la muchach a, se había trasla–
dado a
la
ciudad, para
cuidar también
de su
sobrino
Benj amín.
Rosalía nunca estuvo contenta en el colAgio. Los estu-