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Benjamín resultaba todo lo contrario. E l mu chacho Eora
muy capaz y dedicado. Sus progresos en el estudio mere–
cían siempre el ap lauso de sus maestros, y se capta–
ba todas
la s
simpatías por su hermoso carácter. Se pa–
recía a su madre doña Peta, que murió, dejáudo lo muy
tierno. Aparte sus bellas cualicl a,des, Doña Peta había
sido la mujer más guapa del pueblo.
Al principio, Don Vicent e, pensaba hacer de Benja-_
mín un abogado; pero después se le entró tenazmente en
la cabeza aquella suprema aspiración del arrivismo cam–
pe ino. Su hijo sería sacerdote.
Tanto má ' cuanto una tía del muchacho, a instiga–
ción suya, dejó un considerable lega do p&ra el objeto .
Y Don Vicent
,
t
a en pose ión de aquel legado.
Al día si
·bli
i
Cl el entierro del cántaro, Don Yicen–
te llamó a Benjam
'o
· a su de pacho de Teniente. El mu–
chacho e taba e ri ·
de despacho. Derrepeote, Don
Vicente le
dij ~.
-Benjamín: todo está hablado; en Octubre ingre–
sas al Seminario.
Para el muc:!:acho fue un bombazo. Ahora más que
nunca, que tenía la confesión de Rosalía, clavada como
una e trella, len el corazón.
Ob ervó sumisamente, e le saltaron las lágrimas, has–
ta prote tó; pero la tiranía del padre puel.Jlerioo se im–
pu o. Iría. al Seminario. Por grado o por fuerza.
-"Porque un padre sabe lo que se hace de sus
hijos. Y ni uua palabra más. ¡Bonito que él qui iera man–
dar! iNo faltaba más! . . . ¿No temía ser desheredado?
Pues, en último ca o, lo mete ría en el cuartel".
El muchacho, que tenía poca esperanza de que su
padre
cambi~
e de idea , habló de éllo a Rosalía. Se fu-