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M.

JULIO DELGADO A.

Para Hartmann, la Dinámica Social, obedece a una fuerza secreta de

la naturaleza ; es un progr eso irracional. Al decir Kant que se trata d e

un plan secreto que cumple la naturaleza, también habla de un progr so

irraieional y por tanto lleva a un fatalismo. El retroceso es para He el

una disgregación o antítesis, pero con el plan de que se opere la armoni–

zación entre los bruscos jalones de la

tesla.

iEl fenómeno indlgena para los tres implicarla un retroceso, pero con

un fin o plan secreto, oculto e inconsciente : esto es que

El

momento a c–

tual implicaría una gestación de un progreso exhuberante.

Como se ve, si estuviera

a base de inducciones,

la aceptarlamo11.

Sin embargo

no podemos

negar

que

en el

fenómeno

social

ind!ge–

na existe esa oxiladón, pero no inconscientemente; esa oxllación se ope–

ra com-0 es natural en centenas de años .

Si se -interpreta esa tuerza

inconsciente como un motor no objetivo, no es del todo ina<'cptable. La mis–

ma labor nacionalista actual de muchos peruanos, está demostrando .que des–

pués de una postración y una abulia de varios centenares de afios, ten·

demos hada un efectivo progreso: y esta tendencia nos llevará a la confluen–

cia de esos dos momentos. Es claro que es utÓ'Pica y absurda la vuelta

del Tahuantinsuyo, como utópico

y

absurdo es el movimlúnto isocrónlco

y fatal de

n

fenómeD<>

soc~al.

Admitimos el despertar del aborigen,

pero no la

elta total de todas las instituciones inkanas: porque la His–

toria ni la

Vf.da

se

rep~ten

lo que no quiere decir, que no se opere el coral

y recorsi s11cesiva

y

esplralmente.

Frente al grupo precedente, existe otro formado por Montesqueau en

Francia, Kaldum en Arabia, Gibbons en Inglaterra

y

Vico, el inmortal vl·

talista, en Italia.

Para Kaldum el examen de la Historia no sólo es como un proceso

narrativo de hech-0s

saltantes,

sino

que debe penetrar

a la misma VI·

da, estudiar

los detalles

y

los hechos nimios:

y

así, con una enorme

intuición, ve que el progreso se debe a las influencias del no yo, ora las

influencias telúricas, climatéricas, ora la naturaleza del suelo; que del

enlace de la necesidad y del medio surge la evolución; que las necesida–

des sentidas po·r el hombre son hijos del miedo. El defecto está, en que

sólo examinó Jos factores f!si-cos y olvidó el factor teleülógico que evi–

dentemente, limita esa influencia. Sino hubiera el elemento del yo habría

sido mecánica la transformación; pues, está probado qup el hombrti re–

ácciona y domina el medio, mediante procedimientos que él crea.

Se

diría que esa misma reacción es consecuencia del medio, qne en uno pro–

picio, la reacción será diferente a otro que no lo es ; . pero entonces la

inventiva humana, las condiciones personales del fact-Or boml)re, se nie–

gan;

y

por consiguiente se cierra los ojos a una realid!!.d. En efecto, si

sólo fuera por esa influencia en medios semejantes, tos hombres serian